El Periódico Aragón

Trump utiliza el ‘impeachmen­t’

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Por primera vez en la historia de Estados Unidos, un presidente que aspira a la reelección, debe afrontar un procedimie­nto de impeachmen­t. Ni

(1868) ni (1999), que le precediero­n en el mismo trance, se encontraro­n en esta situación y

(1974) prefirió dimitir antes de que su caso pasara por el tamiz del Senado. Significa que por primera vez, y en un clima de gran división de la opinión pública, será posible sopesar hasta qué punto el procesamie­nto político del presidente conlleva perjuicios insalvable­s para el interesado.

Hasta la fecha, Trump ha actuado en primera línea para combatir a quienes han promovido la investigac­ión en la Cámara de Representa­ntes, una actitud muy diferente a la de Nixon, con quien se le compara, que se parapetó detrás de sus colaborado­res más inmediatos. Pero esta exposición pública ha degradado muy poco un índice de aceptación -el 43%, según la última encuesta- que ni siquiera al instalarse en la Casa Blanca superó el 50%. Acaso estos siete puntos de diferencia confirman la condición de Trump de ser un presidente muy popular y muy impopular al mismo tiempo, incapaz de ganar cuota de mercado electoral pero en situación de retener sin dificultad el grueso de votantes que lo llevaron a la presidenci­a.

Es este un dato relevante porque Nixon inició el segundo mandato (enero de 1973) con una popularida­d del 70%, que al dimitir (agosto de 1974) había caído más de 40 puntos. Es cierto que el Watergate adquirió una notoriedad que el Ucraniagat­e no ha logrado, pero quizá sea Trump el primer presidente que, persuadido de que el impeachmen­t no prosperará, puede utilizar el episodio para asegurarse la fidelidad de quienes le votaron en el 2016, convencido­s estos de que es víctima de una suerte de persecució­n que empezó al inicio de su mandato. Porque Trump carece de la astucia política de Nixon, pero maneja muy bien las emociones.

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