El Periódico Aragón

Los langostino­s y el misterio de la bola escurridiz­a

Loterías defendió en un comunicado que se cumplió con el protocolo

- EFE MADRID «NO ME HE ENTERADO DE NADA»

Mientras fuera se disparaban las teorías de la conspiraci­ón por el misterio de la bola y la mano de un operario de Loterías, el más variopinto público del Teatro Real permaneció ajeno a la polémica algo aletargado quizá por el sopor en el que le ha sumido un Gordo demasiado madrugador.

Incluso el ánimo que traían los Rodolfos, un grupo de jóvenes langostino­s de Madrid que acapararon todos los focos desde primera hora de la mañana, flaqueó en algunos momentos, ya que el sueño y el cansancio se hicieron hecho notar en las más de dos horas que transcurri­eron entre el primer y el segundo premio.

Chúpame la cabeza, la cabeza chúpame fueron las estrellas de la fila que, desde al menos el viernes y encabezada por Manoli, una octogenari­a de Ceuta, se empezó a formar en la puerta del teatro para ver en directo el sorteo más esperado del año.

Poco después de que los crustáceos lograran ocupar una butaca, Noura Akrouh y Elisabeth del Carmen Roque anunciaron el número mágico: el 26.590. Eran las 9.19 y el sorteo llevaba apenas ocho minutos en marcha. «Al principio no me lo creía porque había visto la línea y pensaba que eran 60.000 euros, uno pequeño», relató Elisabeth a los medios tras repartir el Gordo por varios lugares de España; en ese momento se emocionó, una sensación que también experiment­ó Noura pese a sus esfuerzos.

Poco se escuchaba hablar entre el público de la gran polémica del día: la imagen de un operario introducie­ndo algo con la mano en uno de los bombos que ha destacado la ira en las redes sociales.

Controvers­ia a la que Loterías ha respondido con una nota en la que explica que una de las circunstan­cias prevista en el proceso de introducci­ón de las bolas en los bombos es que «alguna pueda rebotar hacia el exterior», caso en el que «el protocolo establecid­o indica que el operario responsabl­e de la introducci­ón de las bolas en el bombo debe proceder a su introducci­ón manual en el mismo».

«Yo / la verdad es que no me he enterado de nada», comentó a Efe una joven de Utrera ataviada de Wally. Al ver las imágenes le ha «parecido todo un poco raro» y cree que el asunto se debe investigar más en profundida­d.

Tampoco se dio cuenta uno de los clásicos del sorteo, el hombre que va vestido «de España», y que en declaracio­nes a Efe restó importanci­a al suceso y cree que simplement­e «la bola se ha atascado y por eso la han tenido que volver a meter».

Ni Manoli, que a sus 82 años esperaba que este año sí le tocara alguno de los 58 números que jugaba. Pero se tuvo que conformar con llevarse a casa una pedrea de 120 euros y dos reintegros. En 2020 será. Y, mientras tanto –desea–, «que no falte la salud». Quien no se consuela es porque no quiere.

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CHEMA MOYA / EFE La introducci­ón de una bola que se había caído desató las suspicacia­s.

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