El Periódico Aragón

La batalla de las almejas

Italia y España mantienen un pulso por la producción de estos moluscos La Unión Europea exige una medida mínima de 25 milímetros, que difícilmen­te se alcanza en el mar Adriático

- ROSSEND DOMÈNECH eparagon@elperiodic­o.com ROMA MÁS CARAS

Es una cuestión de medidas, sexo y temperatur­a. Hablamos de las almejas. De las del Adriático y de las del golfo de Cádiz. Los mariscador­es de ambas zonas están enzarzados en una de aquellas guerras comerciale­s de bajo tono, en una triangulac­ión que incluye a Bruselas. La norma comunitari­a impone que estos mosluscos pescados en aguas comunitari­as midan al menos 25 milímetros, medida que los del Adriático, un mar pequeño, cerrado y más caliente, en el que se cogen el 90% de las piezas de Italia, no cumplen cuando salen a la venta.

Por varias razones. Una de ellas es que para capturar las almejas grandes tendrían que faenar «a 400 metros de la costa y a tres de profundida­d, pero si lo hicieran estropearí­an el hábitat marino, por lo que está prohibido», detalla Fabio Marcaccini, presidente del consorcio almejiller­o de Pesaro. Por otra parte, la mitad de la producción del Adriático se exporta a España, que sigue la norma de los 25 milímetros y quiere que Bruselas también la imponga a Italia.

Los 25 milímetros no son un capricho de los burócratas. Es la medida que permite, antes

Mar bravo de alcanzarla, que las almejas se reproduzca­n. Pero esto sucedería, según los italianos, solo en Cádiz, con un mar más abierto (el Atlántico está a dos pasos). En el Adriático, desde Chioggia hasta San Benedetto del Tronto, afirman que las almejas se reproducen antes. La mayor temperatur­a y otras caracterís­ticas favorecen una reproducci­ón más rápida. O la favorecerí­an, según explican desde el Cogemo, consorcio para la gestión de la captura de los moluscos bivalvos, que defiende los intereses de los pescadores y que la almeja de 22 milímetros pueda venderse sin privilegio­s normativos. Para estudiar la supuesta precocidad reproducti­va de los moluscos del mar que los antiguos llamaban cerrado, donde siempre dominó la Serenísima República de Venecia, la UE concedió a Italia una excepción por tres años, que concluye el día 31. Las cofradías de pescadores de Andalucía y los asociados al Cogemo se reunieron en junio pasado en Madrid para resolver el asunto, que no es baladí, sino comercial, laboral y medioambie­ntal. Por lo que afecta a las almejas, por el fondo marino, por los puestos de trabajo y porque los italianos capturan muchos más bivalvos que los gaditanos: 45.000 toneladas por año frente a 6.000, con 700 empresas en Italia y 300 en Andalucía. Un siglo de faenar en el Adriático, 20 años en Andalucía, subrayan en el consorcio de Fano.

Las piezas españolas / se pagan más que las adriáticas: entre 5,5 y 6 euros frente a los 2,5 o 3 euros de las italianas. Pero «son menos gustosas, porque viven en zonas salobres», afirma Tonino Giardini, responsabl­e nacional de la pesca de Coldiretti, asociación de los trabajador­es por cuenta propia. Añade también que «el temor es que, al carecer de almejas grandes [capturadas], el mercado sea ocupado por las que son criadas» en un vivero.

Domenico Felici, presidente del Cogemo de Pesaro, traga saliva porque «los españoles pueden ser más fuertes en Europa y lograr una mayoría política». Mientras tanto, la Eurocámara se prepara, gracias a las presiones de España, a decidir una nueva suspensión de la norma para Italia, pero por un solo año: para dar tiempo a analizar los efectos que la suspensión de los 25 milímetros ha producido en Italia durante los 36 meses de excepción. «Ha conllevado una explosión de almejas y el mercado se ha hundido», admite Giardini. Otros, como Stefano Facchini, presidente del Cogemo de Fano rebaten, que dicha proliferac­ión sería «la prueba de que por debajo de los 25 milímetros existe proliferac­ión». «Llegaremos a un acuerdo», zanja un optimista Giardini.

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EFE / LAVANDEIRA JR Varias mariscador­as capturan almejas y berberecho­s en Portosín (La Coruña), el miércoles.

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