‘Cats’, la gran calamidad
La adaptación del musical llega mañana a nuestros cines precedida de terribles críticas por sus pavorosos efectos visuales y un fiasco en la taquilla norteamericana Tom Hooper es su director
Ver Cats te hace sentir que pierdes la cabeza, lentamente. La única forma realista de sobrevivir a un visionado de Cats es fingir que nunca sucedió. Decir que hay que ver esta película para creerla es subestimar lo difícil que es creerla incluso después de haberla visto. Cats es el mayor desastre cinematográfico de la década, y posiblemente de lo que va de milenio. Cats es lo peor que le ha pasado a los gatos desde los perros... Son solo algunos de los comentarios que la prensa especializada ha dedicado en los últimos días a una de las películas más importantes de Hollywood de las navidades, que durante el pasado fin de semana tropezó estrepitosamente en la taquilla estadounidense pese a contar con un reparto estelar que incluye a Taylor Swift, Judi Dench, Ian McKellen, Idris Elba y Jennifer Hudson. El filme llega mañana
(cines Aragonia, Grancasa, Palafox, Puerto Venecia y Yelmo)
nuestras pantallas.
Algunos críticos han afirmado que, durante la proyección «resistieron la tentación de quitarse un zapato para arrojarlo a la pantalla»; otros aseguran que la película les hizo anhelar «la dulce liberación de la muerte». En internet hay sitios que explican las variedades de cannabis idóneas que consumir para verla en condiciones óptimas.
Cats, recordemos, esencialmente cuenta la historia de un grupo de gatos de los barrios bajos londinenses que compiten entre sí para elegir al que ascenderá al cielo para empezar una nueva existencia, y se basa en nada menos que uno de los espectáculos musicales más famosos de la historia. Cuando vio la luz en 1981, y a pesar de ser masacrado por la crítica teatral, el montaje se convirtió de inmediato
Caracterizada en un fenómeno de masas; por un lado, gracias a la reputación de su autor, Andrew Lloyd Webber, con títulos previos como Jesucristo Superstar y Evita; por otro, porque ofrecía al público dos horas de coreografías y legitimaba así un teatro basado en la mezcla de música, baile, vestuarios y decorados y en la ausencia casi total de argumento.
Como resultado, Cats no solo sacó de una recesión profunda a la escena teatral del West End londinense, donde permaneció representándose ininterrumpidamente durante 21 años; tras cruzar el charco en 1982, también sacudió Broadway de su estancamiento financiero y contribuyó a convertirlo en el imperio de ocio global que es hoy. Hasta la fecha, la obra ha recaudado unos 4.000 millones de dólares en todo el mundo.
A la hora de intentar de nuevo traducir Cats a la gran pantalla – Steven Spielberg intentó hacer
Estreno