‘Lobis’ desenfrenados
Año tras año, los incrementan su presupuesto, a veces hasta más de un «discreto» 40 %. ¿Por qué? La respuesta es obvia: su exagerada rentabilidad.
Estos poderosos grupos de presión defienden con éxito los intereses de las grandes compañías que podrían verse afectadas por decisiones legítimas de la soberanía popular, y muy a menudo logran revertirlas promoviendo políticas públicas encaminadas a imponer sus intereses especulativos para así alcanzar sus metas económicas. La economía cruelmente depredadora y salvaje que imponen estos lobis a favor del capital, pero en detrimento de la salud medioambiental, personal y el bolsillo de la ciudadanía, debe apartarse y dejar paso a un futuro sostenible de bienestar y progreso solidario.
Y como los países los conforman las personas y no los lobis ni sus empresas, habría que prohibirlos o, al menos, implantar controles a estos grupos de interés para regularlos con absoluta transparencia en aras de la necesaria regeneración democrática.
Miguel Fernández-Palacios
Madrid