Religión y cultura
Yo no soy creyente, pero sí me considero cristiano en cuanto a la cultura que me han transmitido
Hace un tiempo oí en una emisora de radio lo siguiente: «Yo no soy creyente, pero a la Virgen del Pilar que no me la toque nadie». En un primer momento pensé que se trataba de una idiotez, tal vez un intento de decir algo gracioso sin ningún sentido. Parece razonable aceptar que la Virgen del Pilar entra dentro de las creencias religiosas y que, por tanto, nadie puede entender que se le tenga aprecio, como se desprende de la frase citada, sin ser creyente. Tiempo después, en una conversación con amigos, llegué a la conclusión de que no era ningún disparate lo que dijo aquel buen hombre ya que lo que expresó deberíamos encuadrarlo en dos campos distintos, el de las creencias y el de la cultura. Hoy es 27 de diciembre y nos encontramos en medio de las Navidades, festividad muy importante en el mundo cristiano. Celebramos el nacimiento de un niño que cambiaría el mundo al ser el origen de una religión que hoy, más de dos mil años después, tiene millones de seguidores. Estamos, por tanto, en el ámbito de las creencias religiosas. Si nos detenemos un momento mirando a nuestro alrededor a lo mejor tenemos que pensar en otra cosa. ¿Son estas fiestas algo religioso o cultural?
Para mí la respuesta es clara, al igual que lo es al plantear la duda con la Virgen del Pilar. Nuestra cultura es cristiana y tenemos comportamientos adquiridos y basados en muchos años de prácticas que fueron religiosas en algún momento pero que hoy no lo son. ¿Alguien, de verdad, cree que aquel niño es dios? ¿Es posible creer que esa imagen a la que llamamos Virgen del Pilar está ahí porque la madre de aquel niño vino en carne mortal a Zaragoza?
Yo no soy creyente, creo que está claro en lo que llevo escrito hasta aquí, pero sí me siento cristiano en cuanto a la cultura que me han transmitido mis antepasados. En Zaragoza no somos budistas ni animistas, por razones históricas, que nos pueden gustar o no, pero el resultado es este. Y seguimos unas costumbres que nos identifican con quienes nos rodean y con aquellos que nos precedieron en estas tierras. ¿Está usted, entonces, en contra de la religión? No, en absoluto. Tenemos una cultura religiosa y no me parece mal conocerla. Estoy en contra de la imposición, de la obligatoriedad de seguir esa religión, de la presencia religiosa en ámbitos de los que debería estar excluida, y de los privilegios que tienen quienes son mantenidos por el hecho de ser profesionales de la institución que gestiona esas creencias. Deberíamos distinguir entre religión y cultura de forma radical, sabiendo diferenciar lo que es cada uno de esos dos ámbitos.
Como estamos en fiestas podríamos aprovechar para visitar alguna iglesia. Forman parte de nuestro acervo cultural y siempre se aprende algo. ¿Quién gestiona los horarios en estos lugares? ¿A quién van a parar los euros que nos cobran para acceder a alguna de ellas? ¿Con qué dinero se construyeron? Deberíamos iniciar, como se dice ahora, una reflexión colectiva sobre estos extremos, para que quienes nos gobiernen puedan tener elementos de juicio suficientes a la hora de tomar ciertas decisiones. El patrimonio cultural es nuestro, de todos, no de la iglesia ni de quienes la gestionan.
Unas líneas más arriba he citado una conversación con amigos. Uno de ellos era un sacerdote de una edad ciertamente avanzada y con quien he mantenido durante bastantes años una relación muy afectuosa. Con él he hablado de estos temas y en la mayoría de ellos sus puntos de vista eran muy próximos a los míos. Recuerdo una vez en la que le planteé el tema del dios verdadero. ¿Y los que no han tenido conocimiento de su existencia? ¿Podemos condenar al infierno a quienes han vivido en tierras a las que no ha llegado la civilización cristiana? También Santiago, muy vinculado a nuestra Virgen del Pilar, fue motivo de conversación con él ya que según datos históricos que yo tengo por ciertos, este apóstol nunca salió de su Judea natal. Y me contestó haciendo alusión a los mitos, tan necesarios en siglos pasados en los que el analfabetismo no permitía otras vías de cristianización. A veces era él quien me interpelaba sobre dios y el origen del mundo. ¿Quién ha creado todo esto? Y yo le contestaba que según los científicos hubo una gran explosión, big bang la han bautizado, y de ella surgió lo que llamamos mundo y que ahí gracias a múltiples alteraciones se fueron conformando seres que terminaron siendo la especie humana que somos hoy. Sí, sí, vale, me contestaba, pero, ¿y antes?
No voy a revelarles como terminaban esas conversaciones ya que mi intención hoy no es la de hablarles de creencias. Lo que quiero poner de relieve es la cultura, que tiene componentes religiosos y paganos, y que nos distingue a los humanos de los animales irracionales, y que tenemos que cuidar. La cultura es parte sustancial de nuestras vidas y cada parte del mundo tiene la suya.
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