El Periódico Aragón

Claro que pasa

- Álvaro Sierra PERIODISTA

Un gran concierto repleto de esteladas para cantar un himno que aclamaba a campesinos mientras se expulsaba al castellano de tierras catalanas que frenaba el ataque francés. Es la alegoría perfecta que refleja la inestabili­dad intelectua­l -y moraldel nacionalis­mo, mientras sacude a la memoria sus funestas intencione­s en los últimos cien años. Y todo esto para honrar la memoria de san Esteban, el primer mártir del cristianis­mo.

Porque la blasfemia no es solo a la retelada ya que la única que tiene cabida es el nacionalis­mo catalán, sino también a la decencia de la historia, la cultura y la tradición de una tierra que cada día debe sacudirse el fascismo de la chaqueta rancia que porta. Y sí, claro que pasa.

El programa nacionaliz­ador, que aplasciona­lista ta los principios democrátic­os del separatism­o es una indecencia que no debe ser baladí. Claro que pasa. Puede que en lo hondo del Jiloca o del valle de Ansó sea una preocupaci­ón menor. Pero la deriva radical del nacionalis­mo no tiene vuelta atrás. El sinsentido es la piel del separatism­o que nunca mutará en las virtudes democrátic­as.

Los ejemplos de esta misma semana son suficiente­s. Un niño de menos de 10 años ataviado con una bandera esel mientras escupe odio a algo que desconoce, solo por adoctrinam­iento. O un auditorio convertido en un mitin fascista que defiende una única identidad en la televisión de todos los catalanes. Esto es así de simple y a la vez tan crudo. Porque sí, claro que pasa.

Cuando al nacionalis­mo no le es suficiente con rebosar los límites de la decencia en los medios de comunicaci­ón o en la educación pública, aterriza en el adoctrinam­iento de la infancia o el arte.

Es el claro ejemplo de la bazofia naligión, que está impregnado el hueso de la sociedad. El nacionalis­mo catalán rompe todas las teorías del liberalism­o democrátic­o. Todo por la identidad única del buen catalán. El resto solo puede terminar exiliándos­e, primero callando su visión catalana para después caer en

La deriva radical

del nacionalis­mo no tiene vuelta atrás. El sinsentido es la piel del separatism­o

olvido social.

Y en todo este cóctel endiablado se espera la comparecen­cia de un candidato al Gobierno de España que se conjuró contra el nacionalis­mo para terminar con él en pocas semanas. Pedro Sánchez, cobijado en las siglas del PSOE, es capaz de romper cualquier principio que sustente el país -como la unidad nacionalpa­ra seguir en el poder. Qué alejada está la razón de la política, tristement­e.

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