Los años diez: algunas tendencias culturales
Tyler Cowen señalaba en su columna de Bloomberg las que a su juicio son las dos tendencias dominantes de la cultura de los últimos diez años. La primera es la creciente influencia de las mujeres. Han cobrado más protagonismo en la creación artística. Muchas de las voces más poderosas que han surgido en estos años son de mujeres. Los diez libros más vendidos de la década en Estados Unidos están protagonizados por personajes femeninos; siete de ellos escritos por mujeres. Podríamos pensar también en Fleabag y Better things, en Rachel Cusk e Irene Vallejo, en Paula Ortiz y Luz Gabás. Aunque parte del protagonismo editorial del feminismo obedece al interés comercial, esta influencia creciente es algo más profundo y duradero. segunda tendencia que citaba es el papel de las pantallas. Muchos pasamos pendientes de la pantalla del móvil más tiempo del que nos gustaría reconocer. Es una extraña combinación de hiperactividad y duermevela. Los años diez comenzaron con la esperanza de que las redes serían un instrumento de emancipación; ahora preocupan sus efectos sobre la política (polarización de la conversación, distorsión del debate democrático, capitalismo espía, usos autoritarios, concentración empresarial).
Hay otras; inevitablemente faltan munado chas. Ha triunfado la serialización. Ha sido la década en que nos hemos tomado la televisión más en serio, y en la que se han creado nuevas plataformas. La serialización está también en las franquicias cinematográficas y en novelistas de éxito: Knausgärd, Ferrante.
Jan Dalley dice que los diez son los años de la culpa: la mala conciencia por el agotamiento de los recursos naturales y el empeoramiento de la calidad de vida de generaciones posteriores (el cambio climático); por la tolerancia al abuso sexual (el Me Too); por la homogeneidad (preocupación por la diversidad). La salida de la crisis ha despertado la preocupación por la desigualdad y sus consecuencias para la democracia.
Buena parte de los viejos sistemas de mediación se ha desmoroLa y no sabemos bien qué hay en su lugar. El cine consigue sobrevivir como tema de conversación pero solo con el formato de películas acontecimiento, que incluyen grandes nombres y un pequeño escándalo. Hay una batalla por nuevas y viejas formas de exhibición. La ficción retrocede. Los novelistas son los nuevos poetas. Los libros importan por el tema: un asunto serio o la vida del autor. Abunda una lectura apresurada y literal. La ficción pierde terreno ante la realidad, pero nuestra realidad muestra la influencia duradera de las ficciones.
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Ha sido la década
en que nos hemos tomado la televisión más en serio