El aznarismo del todo vale
Hace ya más de quince años, el tiempo pasa muy rápido y deja en el olvido acontecimientos de imprescindible recuerdo, Al Qaeda provocó una matanza de 192 personas en los trenes de cercanías de Madrid a tres días de las elecciones generales. Hace ya quince años que un presidente de Gobierno español mintió, manteniendo en contra de los informes técnicos y de la información internacional que ETA era la autora de los atentados. La mentira no fue solo fruto del desconcierto sino que se mantuvo a lo largo de los años, hasta el 2012 exactamente con el apoyo de algún periódico nacional que alimentó la teoría de la conspiración de una manera delirante y sobre todo irresponsable.
Este fin de semana, con los incidentes en la sede diplomática de México entre la delegación española y el Gobierno boliviano, las declaraciones de parte de la derecha política me han llevado la memoria esos quince años atrás, cuando algo se rompió definitivamente en las reglas de juego de nuestra política interna. La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, sin esperar las explicaciones del Gobierno de la nación y sin importar el prestigio internacional del país, acusa a la diplomacia española de actuar como moneda de cambio a pagar a Podemos. Ayer, el miscualquier mo periódico de tirada nacional del que les hablaba en el párrafo anterior llevaba a portada las declaraciones del «ministro interino» de exteriores boliviano acusando a Sánchez de interferir en el «Gobierno legítimo» como exigencia de Podemos para acordar la investidura.
Y este es solo el principio del fin del oasis de la última campaña electoral en la que se rebajó el tono en todos los partidos políticos conscientes del hartazgo general. Pero la inminente formación de gobierno ha despertado no solo en el PP sino en Ciudadanos, que está hiperdeclarativo en medio de un cataclismo interno postergado a marzo, la estrategia aznarista de embarrar el terreno propio e internacional con tal de hacer tambalear el Gobierno de izquierdas apoyado por los nacionalismos periféricos, a precio.
Cualquiera de las decisiones del posible Gobierno tras su ratificación serán consideradas alta traición, connivencia con terroristas, cesiones a la soberanía nacional o a la patria.
Empieza una espiral de denuncias y querellas para resolver las discrepancias políticas que deberían resolverse en ese ámbito, porque no se trata de acordar o de discrepar de la mayoría parlamentaria sino que te den la razón porque la verdad solo está en ti.
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Cualquier decisión del
posible Gobierno será considerada alta traición