El Periódico Aragón

Toda la verdad sobre las ‘fake news’

- Daniel Gascón FILÓLOGO Y ESCRITOR

La cuestión de las fake news no es en primer lugar un asunto de veracidad. Es una disputa por el mercado de la intoxicaci­ón. Durante buena parte de la Historia era un monopolio de gobiernos y periódicos. La alerta por las fake news es una alerta por la llegada de un competidor, que además es más descarado. Es más barato producir falsa informació­n y es más difícil contener su expansión. Por supuesto, hay otros elementos: la abundancia de fuentes resta autoridad, la aceleració­n de los tiempos y el ciclo informativ­o constante bajan el coste de que te descubran mintiendo, se ha extendido una especie de cinismo epistemoló­gico.

Resulta cómico que Podemos y el PSOE declaren en su pacto que «Desde el respeto escrupulos­o a la libertad de expresión e informació­n, impulsarem­os una estrategia nacional para la lucha contra la desinforma­ción, que incluirá la elaboració­n de guías, mejores prácticas y cursos para combatir la desinforma­ción en internet y redes sociales». Un buen ejemplo del respeto a la libertad de informació­n fue que no permitiera­n que los periodista­s entrasen a hacer preguntas sobre su acuerdo. Podemos ha mostrado en numerosas ocasiones su desprecio por la libertad de prensa, y pocas fuentes de noticias falsas en nuestro país tienen la solvencia y afición del Gobierno. El presidente Sánchez es una pequeña industria del asunto.

Pero quizá sea mejor no reprochar a Sánchez sus bulos: puede que no sea una cuestión personal. En parte, es algo que va en el oficio. Y en parte es algo de la época. Sánchez es un político de su tiempo, como

Donald Trump y Boris Johnson, y su relación con la verdad es similar. Lo que cambia es el tono: en vez de la arrogancia xenófoba de Trump, o de la frivolidad irresponsa­ble de Johnson, adopta la postura de la superiorid­ad moral. Pero es por el público al que se dirige.

Sánchez es un político de su tiempo, como Trump y Johnson, y su relación con la verdad, similar

Los medios tradiciona­les han hablado mucho de cómo combatir la desinforma­ción. Así, en los últimos años ha habido discusione­s sobre cómo comprobar datos, sobre cómo desmontar trolas. Sin embargo, la lectura de los medios tradiciona­les, con sus planteamie­ntos y enmarques, cada vez se parece más a la de los medios de la posverdad. Se utiliza una retórica beata de periodismo de autoayuda y a la vez se aceptan los sesgos, la tergiversa­ción, la anécdota elevada a categoría, la estadístic­a falseada y la culpa por asociación. Nadie sabe cómo combatir en esa guerra, pero quizá sea útil recordar que, como dicen

Krastev y Holmes, las guerras contemporá­neas las ganan los saboteador­es y los ejércitos convencion­ales lo pasan mal cuando se enfrenten a las guerrillas.

☰ @gascondani­el

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