2020 el bisiesto que nos espera
La relación del tetrapartito aragonés con el Gobierno central será determinante para el futuro de la comunidad
La relación de Aragón con el Gobierno de España, la tensión política, el ‘brexit’ y Trump marcarán la agenda
Llega un año de cifras redondas en el que nada será como antes. Políticamente, Aragón y España se gobiernan con fórmulas novedosas de las que no se tiene una experiencia previa, y los nubarrones perpetuos que amenazan con crisis seguirán acechando en el horizonte.
Es aventurado pronosticar cómo será el año político en Aragón en una época en la que las noticias se solapan vertiginosamente y las certezas son volátiles. Con un horizonte de incertidumbres y un Gobierno de España en ciernes, el primero de la democracia en forma de coalición, la relación bilateral que se establezca entre la Administración central y la autonómica será determinante para resolver algunos de los retos pendientes en la comunidad. En especial, en lo relativo a la financiación procedente del Estado.
Tras un año y medio de inestabilidad política y sin reunirse el Consejo de Política Fiscal y Financiera que debe abordar la reforma de la financiación autonómica, urge una cumbre entre comunidades y el Estado que dé respuesta a las necesidades de cada una de las autonomías. No obstante, este reto no parece que sea de fácil e inminente resolución, aunque es probable que se celebre una conferencia de presidentes en la que la financiación autonómica será una de las cuestiones principales, junto con las relaciones multilaterales entre el Estado y las autonomías.
Sánchez y Lambán están forzados a mantener la sintonía institucional a pesar de que ambos mantienen una absoluta distancia en lo personal y en su estrategia de pactos, después de que el presidente aragonés liderara la revuelta de los barones que se oponían hace tres años a cualquier acercamiento a Podemos y ahora se encuentra con que su partido gobierna en coalición con la formación morada y con cesiones al nacionalismo catalán y vasco, a los que siempre ha mostrado el ejeano su rechazo más radical. De este modo, no se auguran unas cómodas relaciones y de la pericia con la que lidien las diferencias dependerá en buen grado que Aragón no salga mal parado en asuntos que serán fundamentales el próximo año: la lucha contra la despoblación (más efectista que eficaz), la continuidad en la mejora de infraestructuras ferroviarias y carreteras, la sostenibilidad, la transición enérgetica y la apuesta por Zaragoza como capital de la automoción y la logística. Estos ejes serán principales al tiempo que avanzarán las obras para que se instalen nuevas multinacionales de gran impacto, en el sector agropecuario y en el de la distribución.
Con presupuesto aprobado
Aragón empieza el año con presupuestos aprobados. Algo que debería ser normal pero que se ha convertido en extraordinario en los últimos cursos, ya que es la primera vez que ocurre en cinco ejercicios. Resulta meritorio si se tiene en cuenta que por primera vez en Aragón el Ejecutivo autonómico está formado por cuatro partidos políticos bien distintos entre sí y que han superado su primera prueba de fuego con la aprobación de estas cuentas, en una comunidad que mantiene su presión fiscal, reducida en los últimos años, y que tendrá dificultades en la percepción de ingresos. De hecho, las arcas públicas están debilitadas y será determinante tanto la capacidad recaudatoria como el nivel de transferencias del Estado. La bilateralidad será fundamental.
El 2020 será por tanto el primer año completo de un Gobierno formado por cuatro partidos (PSOE, PAR, CHA y Podemos) que mantendrán sus discrepancias internas en la discreción, aunque la oposición del PP, Cs y Vox continuará en la lógica estrategia de resaltar sus diferencias. IU, única formación de izquierdas en
La necesidad financiera en un escenario complejo e inédito marcará el primer curso completo del cuatripartito
CHA cambiará
de líder en un año en el que el PAR y Cs también afrontan procesos internos claves para su futuro
El último año de la década depara escenarios nuevos en unos tiempos cambiantes y tan atropellados como la propia actualidad. En estas páginas, EL PERIÓDICO trata de dar algunas claves de un año en el que el mejor deseo es que las buenas noticias ganen a las pesimistas.
la oposición, continuará vigilante con un Gobierno al que apoya desde fuera en las políticas sociales y del que se distancia en medidas que se alejan del ideario más progresista, en parte por las cesiones que haga el PSOE a su socio preferente, el PAR.
En cualquier caso, al ser el primer año completo del Ejecutivo, no se prevén sobresaltos, que se posponen a un estado de la legislatura más avanzado. Eso no significa que no haya diferencias entre ellos, si bien las disimulan en beneficio de la cohesión interna e institucional. Con un Gobierno en Moncloa formado por PSOE y Podemos, la oposición autonómica tirará de argumentario nacional para hacer ver que el Ejecutivo central discrimina a Aragón en beneficio de otras autonomías. El PP se ha recompuesto después de un año complejo y con malos resultados electorales. Ha ordenado internamente el partido, con un líder orgánico, Luis María Bemonte; y un líder institucional, Jorge Azcón, quien además tiene que ir de la mano del Gobierno aragonés, lo que hace más compleja la oposición de su partido en las Cortes. Vox continuará con su oposición extemporánea, tratando de derribar cimientos consolidados de una institución en la que no cree y, a pesar de su elevado respaldo electoral, demuestra su alejamiento de la realidad social y política aragonesa.
CHA afronta un congreso para renovar su aragonesismo y en el que cambiará de líder. Soro dará paso a un nuevo presidente, y es el altoaragonés Joaquín Palacín quien suena en todas las quinielas. El PAR lleva meses de retraso en la convocatoria de un congreso que se prevé tortuoso si se convoca. Y tortuosas son también las relaciones en Cs, con el hiperliderazgo de Daniel Pérez Calvo y varias corrientes internas críticas, pendientes del congreso nacional y su repercusión en Aragón. Tampoco andan las cosas muy ordenadas en Podemos, pero su salto a lo institucional aplaza su crisis interna. Porque en Aragón hace años que las crisis se sortearon bajo la aparente moderación y estabilidad de la que unos y otros seguirán presumiendo.
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