Un año de expectativas y de sueños
El Zaragoza y el Huesca están en plena lucha por regresar a Primera y el Casademont, camino de hacer historia
Nunca ha tenido Aragón dos equipos en Primera División, una circunstancia que sería tan histórica en este 2020 como beneficiosa para la comunidad autónoma. Ambos, por primera vez desde su periplo conjunto por la categoría de plata, están en disposición de lograr un doble ascenso, si bien huir del infierno de Segunda es una tarea de dificultad máxima. Una encomienda tan complicada como prometedora.
El Real Zaragoza ha recobrado la ilusión tras una última campaña de zozobra. En poco más de un año ha dado un salto de luchar por el descenso, con la muerte pisando los talones y con el fuego subiendo la temperatura hasta niveles altamente preocupantes, a instalarse en promoción y estar cerca del ascenso directo. La afición está volcada con un equipo que copa las esperanzas de una hinchada ávida de partidos grandes y entre los más grandes. Una comunión casi invencible. Hasta el momento, el conjunto dirigido por Víctor Fernández, uno de los principales artífices del resurgir blanquillo, se ha sobrepuesto a las lesiones, al problema de salud de Dwamena, a un duro bache y a los continuos azotes extradeportivos. No solo sobrevive, sale reforzado con piel de acero.
Esa mezcla en la coctelera podría haber hundido al Real Zaragoza, pero está a flote y le queda un último arreón para volver a Primera. Ahí entrará en juego el mercado de invierno, donde los blanquillos acudirán en busca de ese salto de calidad que puede suponer la diferencia entre ascender o no.
El Huesca tiene deberes pendientes para este año. Después de su primera experiencia en la máxima categoría, el retorno a Segunda implicó una robustez económica que le hacía ser, sobre el papel, uno de los principales candidatos al ascenso. Si bien tiene puntos a mejorar, su tercer puesto actual es un aval de cara al futuro más inmediato. Necesita jugadores con más gol, mejorar fuera de casa y, sobre todo, no perder la identidad en el juego para volver a Primera, lo que supondría un salto como club a todos los niveles. De momento, no se desvía del camino marcado. Sin embargo, la operación Oikos todavía sigue coleando y podría traer consecuencias negativas para el club, que trabaja sin descanso para impedir que afecte.
Año olímpico
Por otra parte, el Casademont Zaragoza tiene ante sí un año de ilusiones con muchos frentes abiertos. Está demostrando que la senda marcada el curso pasado llegando a semifinales de la Liga Endesa no fue un espejismo, ya que está dando un paso más allá: vivo en la Champions, cabeza de serie en la Copa del Rey y tercero en la competición regular. Son credenciales de un equipo adalid de la humildad pero que aspira a hacer algo muy grande en los próximos meses. Confianza con prudencia.
Su casi idílica situación contrasta con la de otros conjuntos aragoneses. El Bada Huesca es colista de la Asobal y quiere salvar la categoría, el Fútbol Emotion busca esa racha de buenos resultados que le haga escapar del peligro y la Escuela Waterpolo Zaragoza sigue codeándose entre las mejores con modestia, pero mucha ambición. Mejor está el Mann Filter, asentado en la Liga Femenina Endesa y en busca de los puestos altos. Mientras, el Sala Zaragoza continúa estabilizándose en la máxima categoría del fútbol sala y el Zaragoza CFF peleará por volver a la Liga Iberdrola dos campañas después. Otra de las grandes alegrías puede llegar de un clásico como el CV Teruel, que volverá a aspirar a todo.
Pero la cita estrella de este 2020 sin duda serán los Juegos Olímpicos de Tokio, unas semanas en las que los deportistas aragoneses de diferentes deportes buscarán dar que hablar en el mayor acontecimiento deportivo mundial.
Aragón buscará
dar que hablar en los Juegos de Tokio y seguir con presencia en las máximas categorías deportivas