El año que se ha ido
365 días para pasar a un nuevo calendario del año 2020, a un año redondo y bisiesto.
Un tiempo récord y memorístico, que nos da la sensación de cuando eras pequeño querías ser adulto cuanto antes y desear ser mayor de edad, que legalmente se alcanzaba a los 21 años.
Las salidas al cine tenían que ser en sesiones tempranas de las cinco de la tarde, y la de las empleadas de hogar que junto con los que hacían el servicio militar salían a la misma hora los domingos. Eso sí, a las 10, todos en casa. La libertad que hay hoy en día y tienen los adolescentes no existía en la década de los años 60.
La diversión era por el día, la noche era para dormir y no como ahora, que esta invertida la pirámide en valores y en costumbres, aunque cada generación tiene que vivir lo suyo y ser también respetada, aunque no nos guste.
Había un tiempo para cada cosa, ocho horas para dormir, ocho para estudiar o para trabajar los que podían y querían y otras ocho horas para ayudar en casa en los trabajos caseros y alguna que otra, más o menos, para divertirse. Nos hacían visitar a los familiares y enfermos, esperar y soñar con los domingos para estrenar algún vestido o alguna prenda que te pasaba algún hermano y que le venia pequeña, porque en la mayoría de los hogares eran familias numerosas, es decir, menos de tres hermanos casi no existían.
Con lo cual, compartíamos habitación con literas, los chicos con los chicos y las chicas con chicas, y jugábamos con juegos de mesa en casa u otros juegos inventados que aprendíamos unos de otros. El individualismo de hoy en día, el decir: ese compañero «no me habla, pues será problema de el pero no mío», o «ir un poco mas cada uno a su bola…» ni existía ni se nos pasaba por la cabeza estar hoy en un solo cuarto incomunicado, con un ordenador por persona, como hay ahora y todos los medio tecnológicos al alcance, varios móviles que van saliendo al mercado y teniendo hoy el mundo en sus manos. El tiempo es un ladrón de guante blanco que nos roba sigilosamente el vivir y gozar, algunas veces, porque te echa la zarpa encima y te hace enfermar o te avisa hasta donde llegan tus fuerzas. Ahora nos toca pedir salud para este año próximo y esperar a ver lo que nos espera… en lo político, en lo social, en lo familiar y en lo personal.
¡Feliz Año Nuevo!