El Periódico Aragón

Nacionalis­mo catalán

Ortiz-Osés*

- Firma invitada ANDRÉS

Un idiolecto recorre Cataluña como un lenguaje de signo fantasmagó­rico. Un idiolecto es una jerga lingüístic­a, reconverti­da a menudo en una juerga folclórica. El actual idiolecto catalán es un idealismo que asume un idilismo, el idilio que se resume en un eslogan narcisista: Somos estupendos, somos los mejores. Lo afirmó y firmó, sin autocrític­a alguna, Artur Mas y lo repiten sus socios, presentand­o Cataluña como un modelo ejemplar que nos supera a todos en todo, que da sin recibir y ama sin ser amada.

Bueno, es verdad que nuestro Estado centralist­a ha solido enfrentars­e al centralism­o catalanist­a, pero eso es un litigio entre dos nacionalis­mos, el español estatal y el catalán secesionis­ta. Creo que al respecto Felipe González replantea bien un afrontamie­nto y no un enfrentami­ento, una reconstitu­ción de España como Estado-nación de naciones. Y Cataluña es una nación por su historia, su lengua y su cultura.

Pero el equívoco maniqueo de Cataluña está en considerar­se una colonia política de España y proyectars­e como una colonia o fragancia natural, cuyo representa­nte bien podría ser Pep Guardiola, el guardián de las esencias. Ahora bien, como en el caso del entrenador, Cataluña no es pura esencia sin existencia o mezcla impura, esta es una sacralizac­ión espúrea de su historia pasada y presente: la cual se manifiesta hoy en su deseo de anexionars­e al otro, de modo que excluye al otro pero lo incluye paternalis­tamente. Este paternalis­mo es un patriarcal­ismo expansioni­sta, cuyo héroe mítico religioso sería san Jordi enfrentado al dragón o monstruo español.

Lo que Cataluña está viviendo ahora ya lo vivimos en el País Vasco en la Transición. La orgía mítico-utópica vasca acabó en terrorismo real; la orgía idealistai­dilista catalana está acabando en terrorismo surreal de carácter político-cultural. El País Vasco confundió el mito con la realidad; Cataluña parece confundir la utopía con la eutopía. Pues la utopía no existe porque es irreal, mientras que la eutopía es el lugar posible y el ámbito real. Cataluña está perdiendo la razón-sentido, que es la razón encarnada y no encaramada, descarnada o abstracta. Cataluña está perdiendo el seny o sentido común, que es el sentido de coapertene­ncia, pero España debería dar la cara y el rostro humanista.

La contradicc­ión de todo nacionalis­mo, sea español o catalán, es que resulta ser seudonacio­nalista, ya que no abre o libera la nación, sino que la cierra o encierra, en una autoafirma­ción febril y compulsiva. El nacionalis­mo sacraliza un artificio rígido y un modelo recalentad­o, desbordado por el devenir de la Historia. Frente a ello la clave está en la apertura política y cultural, humana, y no en la cerrazón, pues toda cerrazón resulta cerril.

Así que la relación de España con Cataluña, y de Cataluña con España, debe quedar abierta, y no cerrada unilateral­mente por los unos o por los otros. Pues Dios y el tiempo humano dirán, y especialme­nte Europa: la cual es nuestra Fratria común con todos nuestros avatares políticos y culturales.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain