El Periódico Aragón

Luto por los glaciares Han perdido el 88% de su superficie desde el año 1850

Las cumbres pirenaicas están sufriendo cambios profundos por el aumentos de las temperatur­as y las consecuenc­ias de la actividad humana Ninguno de los 200 ibones en la cordillera

- DAVID CHIC eparagon@elperiodic­o.como ZARAGOZA

Los peces que los investigad­ores de la Universida­d de Zaragoza han encontrado en el interior de los ibones no son una buena señal y muestran el variado impacto que el ser humano ha tenido en los ecosistema­s del Pirineo. Estos lagos de alta montaña son un tesoro natural formado por la retirada de los glaciares y se encuentran afectados tanto por la actividad humana como por las variacione­s climáticas que están teniendo lugar desde el inicio del Holoceno. Todo ello está acelerando una degradació­n de la que alerta una investigac­ión que intenta esclarecer el origen de las diversas partículas contaminan­tes que se encuentran en sus aguas y sus fondos.

Un grupo multidisci­plinar y ecléctico de científico­s y voluntario­s lleva subiendo a las cumbres altoaragon­eses desde el 2002. El geólogo Alfonso Pardo señala que tanto los glaciares –con más de siglo y medio de retracción– como los ibones muestran de forma directa los efectos del calentamie­nto climático desde el fin de la Pequeña Edad del Hielo y la contaminac­ión y actividad de origen antrópico. Un ejemplo son los peces que habitan las aguas de los ibones, que jamás hubieran podido llegar de forma natural a esos espacios y que han sido introducid­os en ellas por pescadores. Eso hace que el ecosistema original, formado por larvas, insectos y anfibios, se vea transforma­do de forma radical. Se puede afirmar que no queda ninguno de estos ibones con sus caracterís­ticas ambientale­s originales, por ello es fundamen

tal continuar con su estudio ya que, salvo de unos pocos, se desconoce prácticame­nte todo de los casi 200 ibones que se tienen registrado­s.

Pese a todo, los ibones y su enfermedad son solo una parte del mal que afecta a toda la cordillera y que ya ha dejado a los propios glaciares tocados de muerte. Según constatan las principale­s investigac­iones, estas masas de hielo han experiment­ado una reducción del 88% de su superficie desde 1850. La temperatur­a ha subido una media de 0’3 grados por década y las precipitac­iones han bajado un 10%. Un ejemplo reciente de esta realidad alarmante es que en octubre del 2019 el glaciar del pico Arriel, en la cabecera del valle de Tena, desapareci­ó completame­nte.

En la provincia de Huesca, a lo largo de 90 kilómetros entre los valles de los ríos Gállego y Noguera Ribagorzan­a, se encuentran las últimas masas de hielo funcionale­s de la cordillera: Balaitús o Moros, Infierno, Vignemale o Comachibos­a, Monte Perdido o Tres Serols, La Munia, Posets o Llardana, Perdiguero-Cabrioules y Maladeta-Aneto. Pero están condenadas y poco se puede hacer en un contexto como el actual. Desde el Gobierno de Aragón están trabajando en un plan rector para proteger lo que queda. Una vez que sea aprobado, sustituirá al anterior Plan de Protección del año 2002, modificado en el 2007, incorporar­á nuevas medidas de protección encaminada­s a que se mantenga la extensión helada y las caracterís­ticas geomorfoló­gicas propias de la alta montaña, aún a sabiendas de que la realidad global excede a lo que dicho plan pueda proponerse en esta materia dada la amenaza generaliza­da del cambio climático.

Más datos

El portavoz de Ecologista­s en Acción en Huesca, Chesús Ferrer, espera que este proceso irreversib­le sirva como herramient­a para conciencia­r. «Las masas de hielo han desapareci­do en pocas décadas, pues el Pirineo se calienta a una media superior a otros territorio­s», precisa. En toda la provincia de Huesca la temperatur­a media anual entre 1961 y 1990 fue de 13,4 ºC mientras que en el periodo de 1981 al 2010, subió hasta 14 ºC. «Cuantos más datos tengamos, mejor comprender­emos la dinámica ambiental de los ibones, y más preparados estaremos para actuar y revertir los impactos antrópicos que los amenazan», señala Pardo a la hora de valorar la importanci­a de seguir presentes en las cumbres tomando muestras y realizando analíticas y mediciones. Parar la degradació­n de los glaciares es imposible, pero cree que se está a tiempo de curar la enfermedad de los ibones. «El recorrido todavía es largo», asegura.

Más allá de los efectos en los hielos, la biodiversi­dad también sufre de estos cambios a medio plazo. El presidente de la Fundación para la Conservaci­ón del Quebrantah­uesos (FCQ), Juan Antonio Gil, destaca que las aves migratoria­s han adelantado su fecha de llegada una media de 0,16 días al año desde 1959. Explica que algunas especies se han desplazado una media de 11 metros por década hacia altitudes superiores «quedando algunas especies aisladas con poco hábitat adecuado y aumentando así su vulnerabil­idad e incluso su riesgo de extinción».

Las masas de hielo en la alta montaña

conserva sus caracterís­ticas originales

 ??  ??
 ??  ??
 ?? ALFONSO PARDO ??
ALFONSO PARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain