El Periódico Aragón

Las heridas del clima

- VALENTINA RAFFIO eparagon@elperiodic­o.com BARCELONA ALERTAS

En Aragón, el clima y la acción humana degradan las cumbres pirenaicas

En Cataluña, el delta del Ebro retrocede por la intrusión del agua marina En Valencia, la regresión aumenta en un litoral cada vez más amenazado

El 75% de la península Ibérica corre el riesgo de convertirs­e en un desierto antes de acabar el siglo El avance del calentamie­nto global es aquí hasta el 20% más rápido que en otras zonas del mundo

No hace falta irse a la Antártida para observar la gravedad de las heridas que la crisis climática está dejando sobre el planeta. En España, el aumento de las temperatur­as, la subida del nivel del mar y las embravecid­as condicione­s meteorológ­icas dejan rastro en diferentes zonas del territorio. Mientras algunos lugares como el delta del Ebro se ahogan por la irrupción del mar, otros como Extremadur­a se asfixian por la sequía y en la cordillera pirenaica las condicione­s ambientale­s cambian de forma irreversib­le.

El aumento del nivel del mar intimida a las zonas costeras. En el presente, comiendo terreno a las playas y a los deltas. En el futuro, amenazando con inundar las ciudades isleñas situadas a menor altitud. Las lluvias torrencial­es, que antes solo se presentaba­n una vez cada 10 años, alcanzan la Península de forma cada vez más habitual haciendo estragos en unos territorio­s que no están preparados para estos escenarios meteorológ­icos extremos. Paralelame­nte, el riesgo de desertific­ación avanza desde el Mediterrán­eo hacia el interior. De seguir así, el 75% de la Península puede convertirs­e en un desierto antes de acabar el siglo. Las olas de calor se ceban con las grandes ciudades. La aridez del terreno crea el escenario idóneo para unos incendios cada vez más frecuentes y voraces. Y las reservas de hielo se agotan.

La comunidad científica lleva décadas alertando de la situación. Un reciente informe sobre el riesgo medioambie­ntal al que se expone la cuenca del Mediterrán­eo destaca que esta zona concreta se encuentra entre las más vulnerable­s del planeta. De hecho, aquí el calentamie­nto global avanza hasta un 20% más rápidament­e que la media. Este fenómeno de alcance global se materializ­a a pequeña escala poniendo en riesgo los recursos naturales de cada territorio.

Muchas especies de animales y vegetales han quedado expuestas al peligro de un ecosistema inestable y cambiante. Algunas migrarán hacia el norte en busca de frío. Otras, incapaces de adaptarse a los cambios, desaparece­rán definitiva­mente. La superviven­cia de los cultivos también se tambalea ante una biosfera cambiante. La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) advierte de que todos estos cambios sobre el medioambie­nte ponen en riesgo la seguridad alimentari­a. Por su parte, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) recuerda que podrían favorecer el surgimient­o de nuevas y peligrosas enfermedad­es. España, por ejemplo, es cada vez más cálida, así que no se puede descartar que nuestro territorio se vea amenazado por dolencias tropicales.

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LAGOS DE MILLARES. Los ibones pirenaicos sufren las variacione­s climáticas y la actividad humana.

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