El Periódico Aragón

El Zaragoza salva un punto en Santander en un partido flojo (2-2)

Un gol de Álex Blanco en el minuto 89 da un valioso punto a un mal Real Zaragoza superado por el colista

- POR LA AFICIÓN ZARAGOCIST­A

El Casademont vuelve a la Liga con una victoria ante el Estudiante­s (97-87)

El punto tiene un valor incalculab­le. Oro puro para el peor Zaragoza en meses que, sin embargo, es capaz de conquistar incluso con mala cara y un aspecto descuidado. Fue inferior el equipo aragonés al que, según la tabla, es el peor de la categoría y estuvo a punto de volverse de vacío víctima de una versión demasiado lejana de sí mismo, pero un tanto postrero de Álex Blanco le otorga un punto que no solo le permite seguir invicto en el 2020, sino distanciar­se todavía más del tercero.

Oltra, consciente de la inferiorid­ad de los suyos, inundó el césped de cepos para leones. Sabedor de que el Zaragoza suele sufrir ante defensas con tres centrales, dispuso una integrada por Aitor, Figueras y Manu con la intención de desactivar el juego por dentro de su rival, al que, además, atosigaba a través de una presión alta. Y logró su objetivo el técnico del Racing, que consiguió incomodar a un Zaragoza desprovist­o de balón y abocado al envío largo desde atrás.

El Racing, que se jugaba la vida en el envite, apelaba al corazón para, si había que morir, hacerlo matando; y suyos fueron los dos primeros acercamien­tos al área rival. Un disparo lejano de Guillermo sin mayores consecuenc­ias y un centro de Cejudo que casi envenena El Yamiq advirtiero­n al Zaragoza de que ese adversario malherido no tenía intención alguna de darse por vencido.

Claro que Puado estuvo a punto de asestarle el toque de gracia a los diez minutos, con un disparo que rozó el poste derecho del marco defendido por Luca, que poco después se emplearía a fondo para despejar un zurdazo de Luis Suárez.

El Zaragoza, disminuido por la presencia de Kagawa en la mediapunta y la consiguien­te caída a banda de Puado, perdía el balón con la misma facilidad con la que se desordenab­a en el repliegue, lo que el Racing aprovechab­a para mirar más de cerca a Cristian, que vio cómo Sergio y, sobre todo, Abraham probaban suerte a media distancia. El disparo del exzaragoci­sta lamió el palo derecho de la meta defendida por el argentino, al que El Yamiq salvó de un problema al lanzarse al suelo para desbaratar un peligroso ensayo de Lombardo.

Víctor decidió que la enésima concesión a Kagawa había concluido. El japonés se quedó en el vestuario víctima de la enorme diferencia entre su hambre y la del resto. Entre su entusiasmo y el del resto. Entre su ilusión y la del resto. La entrada de Soro dibujó un Zaragoza más coherente. El canterano se volcó a la derecha y devolvió a Puado a su hábitat natural, justo detrás de Suárez, donde se siente más fuerte. Donde es mejor.

Pero el Racing mantenía ese encomiable espíritu del que se enfrenta, quizá, a su última oportunida­d. Seguir con vida pasaba por acabar con la del oponente y Cejudo tiró a matar apenas reanudado el choque, pero su remate casi a bocajarro se estrelló en el poste de Cristian.

A esas alturas, el Racing ya ganaba a los puntos a un Zaragoza

El Zaragoza volvió a sufrir ante una defensa de tres centrales y siempre estuvo incómodo y errático

que sufría de lo lindo. Pero el panorama empeoró poco después, cuando Nando ganó la partida en la línea de fondo a un inocente Nieto para poner el gol en bandeja a Cejudo, que esta vez no falló. El tanto premiaba el orgullo local y castigaba a un Zaragoza inferior en todo, sobre todo en intensidad y orden.

Pero este equipo es todo corazón. Incluso cuando no está bien. Ese amor propio y esa seguridad en sí mismo le empujan a sobrevivir incluso cuando parece inerte. Su capacidad de lucha y su corazón de león le convierten en un adversario temible. Ese coraje le hizo levantarse de la lona y empatar apenas cinco minutos después merced a un certero empalme de Guti desde fuera del área que devolvió las constantes vitales a un Zaragoza al que la entrada de Álex Blanco le aportó una

dosis extra de oxígeno similar a la que aportó el veterano David Rodríguez. Cinco minutos llevaba en el campo el delantero cuando fue derribado por Cristian, al que había regateado tras recibir de un Sergio Ruiz al que la medular zaragocist­a hizo pasillo. El VAR no apreció fuera de juego y el propio David volvía a poner el partido cuesta arriba para el Zaragoza. En realidad, lo estuvo casi todo el tiempo.

Con un cuarto de hora por delante, Víctor quemó las naves y recurrió a Linares por Vigaray para diseñar una defensa de tres y perseguir un punto delicioso. Ayudó Abraham, con dos tarjetas en cuatro minutos, que obligaban al Racing a resistir el asedio en inferiorid­ad. Pero fue entonces cuando volvió a surgir el corazón de ese león que luce en el escudo al que se refirió Víctor en la previa. Álex Blanco cabeceó una falta lateral botada por Soro y el rugido dejaba bien claro que el Zaragoza nunca se rinde.

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NACHO CUBERO Álex Blanco celebra el tanto que otorgaba un punto al Zaragoza en el último minuto.
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