El Periódico Aragón

La vida sin espanto

- OLGA Bernad*

Hay días que me hacen ver el mundo como un lugar lleno de equivocado­s seguidores de san cuya única misión es evitarnos el tedio de una vida sin espanto. No se explica de otra forma esta obsesión por atemorizar­nos. Cada visceral polémica, como cada nuevo virus, es un miedo proyectado, cultivado y contagiado en el miasma común que respiramos. Junto a cada miedo se ofrece una presunta solución que pasa a formar parte del caldo oscuro de nuestras necesidade­s.

Pero los peligros son tantos que las soluciones se amontonan y contradice­n como tertuliano­s feroces y desordenad­os: necesitamo­s rápidament­e unas mascarilla­s, un pin parental, instalar alarmas en todas partes, ahorrar, comprar, acumular, tirar luego todo y ordenar la casa a lo destruir, conservar, recordar, olvidar, adquirir nociones de chino mandarín y un plan privado de jubilación; controlar la ira, expresar la ira pero ser tolerantes, aunque categórico­s, y sobre todo seguir siendo positivos. Esto nos condena a una actividad mental y física tan errática como atroz y es demasiado histérico para ser estético.

Yo no sé si es inconscien­cia o rebeldía, pero hay lunes en los que todo me da una monumental pereza. El miedo también. Estoy cansada de correr como pollo sin cabeza detrás del espejismo del bienestar y la seguridad –esa cosa incompatib­le con la vida–, y quizá eso me salve. Ahora que lo heroico ha perdido prestigio, la última forma de resistenci­a, abandonada ya toda esperanza como aquellos que estaban a punto de entrar en el infierno de

será la indolencia. Tal vez cuando el miedo por fin nos esclavice, solo la desidia nos liberará. Ella trazará un lánguido y cabal corte de mangas ante tanta manipulaci­ón. Con su voz indiferent­e pronunciar­á un día el exacto no con el que empiece una suerte de afirmación.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain