El Zaragoza y la gestión de la ansiedad por subir

Pérez

Habría ejemplos por doquier, pero lo que ha sucedido este fin de semana en Segunda vuelve a servir como prueba de cargo de cómo la subjetividad de las perspectivas puede cambiar las conclusiones, tanto o más personales. De esperar, antes de, que el Real Zaragoza sumara los tres puntos en Santander, por el hecho de que el rival fuese colista destacado de la categoría, a tener perdidos los tres y a acabar sumando uno. Es decir, de transitar desde la expectativa máxima hasta la depresión absoluta para terminar en el regazo de una escueta felicidad en poco más de 90 minutos. El balance de algunas de las últimas salidas deja otro caso paradigmático de cómo todo es según el cristal con el que se mira. Qué diferente se tasa la suma de cuatro puntos con victoria en el Martínez Valero y empate en Santander a cómo se valoraría a la inversa: igualada en Elche y triunfo contra el último clasificado.

Total, que con este balanceo extraordinario de las emociones, de los cálculos apriorísticos y a posteriori, el Real Zaragoza termina la 30ª jornada con un punto más de renta sobre el tercero de lo que la empezó tras el empate del Girona en Miranda, al que el sábado por la noche los augurios más pesimistas veían triunfador en Miranda y a cuatro puntos de distancia y el aliento en el cogote. Tampoco resultó así a la hora de la verdad.

Esperar cada jornada una victoria del Real Zaragoza es lo natural en el aficionado, que siempre sueña en máximos, aunque esté completamente alejado de la realidad de esta Segunda tan pareja. El equipo lleva el 2020 invicto (cinco victorias y cuatro empates para 19 puntos de 27 posibles), aunque en las últimas jornadas su ritmo de puntuación ha decrecido con respecto al del inicio del año. Este será un trayecto largo, duro, con momentos de riesgo y dificultad. La gestión en el vestuario de la ansiedad por conseguir el objetivo, por tener ya hoy lo que no podrá ser antes de mañana, será clave. Las prisas son siempre malas consejeras.

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