El Periódico Aragón

Dialogante y «con cintura»

La Iglesia en Aragón celebra su elección En su pueblo natal, Cretas, lo viven con alegría y dicen que no se sorprender­án «hasta que sea Papa»

- L. C. L. ZARAGOZA

Un hombre «dialogante y con cintura», «cercano y sencillo». El nombramien­to del turolense Juan José Omella como presidente de la Conferenci­a Episcopal Española no ha pillado por sorpresa a nadie. Ni a los vecinos de su pueblo natal, Cretas, ni a la Iglesia en Aragón, que ya contaban con que quien es conocido por todos como «el hombre del Papa Francisco en España» sería, posiblemen­te, el nuevo líder de la curia española.

Juan José Omella nació en Cretas el 21 de abril de 1946. Desde entonces, mantiene su vínculo intacto con esta localidad del Matarraña. A ella vuelve cada final de verano, coincidien­do con las fiestas patronales, y es «un vecino más», aseguró el alcalde del municipio, Fernando Javier Camps. En Cretas viven su hermana y su madre, y cuando regresa «se implica en todas las actividade­s de las asociacion­es y siempre se propone como voluntario», afirmó Camps. El alcalde, por encima de todo, destaca que se trata de una persona «sencilla y cercana». Después de una carrera colmada de cargos, su nombramien­to al frente de la Conferenci­a Episcopal es una más que ya no sorprende sino que «colma de alegría» a sus vecinos. «A lo mejor hasta que no llegue a Papa no estaremos contentos», bromeó su alcalde.

De Cretas se desplazó a estudiar al Seminario de Zaragoza y a centros de formación de los Padres Blancos en Lovaina y Jerusalén. El 20 de septiembre de 1970 recibió la ordenación sacerdotal. Después trabajó como coadjutor y párroco y, entre el 1990 y el 1996, como vicario episcopal en la diócesis de Zaragoza. Durante un año fue misionero en Zaire.

En 1996 fue nombrado obispo auxiliar de Zaragoza y fue ordenado obispo el 22 de septiembre de ese mismo año. En octubre, fue nombrado obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón, donde trató de cerca el asunto de los bienes de las parroquias aragonesas retenidos en Lérida. Y entre el 2001 y el 2003 fue administra­dor apostólico de Huesca y posteriorm­ente de Jaca. En el 2004 empezó como obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño. Y once años después fue nombrado arzobispo de Barcelona. Entonces, en pleno desafío independen­tista, su elección despertó revuelo, al elegir a un prelado aragonés, aunque catalanopa­rlante. Omella es miembro de la Congregaci­ón para los obispos desde el 2014. Y en el 2017, el Papa lo nombró miembro del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. Además, fue creado cardenal por Francisco el 28 de junio de ese mismo año.

En Aragón lo conoce bien Ángel Pérez, obispo de BarbastroM­onzón, que destacó que Omella es «la persona idónea» para liderar la coordinaci­ón de la nueva Conferenci­a Episcopal tras la aprobación de los nuevos estatutos. Pérez subrayó que el nuevo presidente es «un hombre dialogante y con juego de cintura, que ama a la iglesia». Y consideró que su elección refleja «un sentir o casi un clamor» de los obispos. Tiempo habrá y oportunida­des para que Omella ejerza el «diálogo y la cintura» que se le atribuyen.

☰ que el acuerdo entre las dos formacione­s políticas implicaría la implantaci­ón del «pensamient­o único».

Sobre la posibilida­d de que el Estado aumente los impuestos a la iglesia católica, el máximo responsabl­e de los obispos respondió que ellos no quieren «privilegio­s», pero sí que se les trate «con esa dignidad y respeto como a todas las institucio­nes. Eso es lo loable y lo deseable».

Respecto a la memoria histórica, el recién elegido líder de los obispos apostó por la «convivenci­a y la no confrontac­ión». «Tenemos que saber perdonarno­s y avanzar en la reconcilia­ción y la convivenci­a», afirmó, y sostuvo que «la convivenci­a siempre es posible».

La inminente llegada de la Semana Santa, con la crisis sanitaria global del coronaviru­s fue otra de las reflexione­s del recién elegido presidente de la CEE. Omella incidió en la necesidad de «no crear alarma y ser prudentes», siguiendo siempre las recomendac­iones del ministerio de Sanidad. «Es cierto que nos preocupa a todos, pero cuántas muertes hay por gripe, accidentes de tráfico… cuánta gente padece tantas enfermedad­es no curables. Ahora nos toca bo crear alarma, y ser prudentes», subrayó.

Y en cuanto a la agenda interna, Omella espera seguir los pasos del Papa e insistir en la evangeliza­ción. Eso sí, «recuperand­o el gozo y la alegría dentro de la Iglesia, que tiene que estar en contacto con la sociedad».

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