El Periódico Aragón

Radiografí­a del hambre

CONFLICTOS CONTINUADO­S, DESPLAZAMI­ENTOS INTERNOS Y UN SISTEMA DE SALUD FRÁGIL DEJAN A 8,5 MILLONES DE NIÑOS CON PROBLEMAS DE DESNUTRICI­ÓN CRÓNICA EN REPÚBLICA DEMOCRÁTIC­A DEL CONGO

- EUROPA PRESS suplemento­s@aragon.elperiodic­o.com

La clave para resolver la desnutrici­ón está en los primeros 1.000 días de vida

Con unos 80 millones de habitantes, enormes recursos naturales y bañado por el río Congo, la segunda mayor cuenca fluvial del mundo, República Democrátic­a del Congo (RDC) tiene una de las mayores prevalenci­as de desnutrici­ón entre su población. Los continuado­s desplazami­entos, los conflictos, el frágil sistema de salud y, en muchos casos, costumbres y tradicione­s, hacen que reducir el problema se haya convertido en una tarea prácticame­nte imposible.

Inés Lezama es la jefa de Nutrición del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en el país africano y anteriorme­nte trabajó en otros países como Mauritania o Camerún. Cuando llegó a RDC reconoce que no podía entender como en un país tan verde, en comparació­n con los del Sahel, la gente podía pasar hambre.

Pero la realidad, según explica en un encuentro con periodista­s en Madrid, es que «solo el 10% de las tierras son explotadas» por lo que «no se produce lo suficiente» como para alimentar a la población. En general es más un «problema de acceso» que de fertilidad de las tierras a lo que se suma que el país carece de un sistema de transporte adecuado, indica.

«No hay carreteras ni trenes» y el transporte fluvial por el río Congo es limitado, lo cual afecta al sistema de distribuci­ón de alimentos y hace que el excedente en algunos lugares no pueda llegar a otros donde no hay, destaca Lezama. Esto implica, precisa, que UNICEF se vea obligado a emplear aviones, «con el coste que esto conlleva».

En la actualidad, en el país hay 8,5 millones de niños con desnutrici­ón crónica, lo que se traduce en retraso en su crecimient­o y tiene un impacto en su desarrollo intelectua­l, y 3,4 millones con desnutrici­ón aguda. Al margen del porcentaje de prevalenci­a, una de las más altas a nivel mundial, según Lezama lo que importa es el número de niños que se encuentran en esta situación, que «no ha experiment­ado un cambio sustancial en los últimos 20 años».

Según la responsabl­e de UNICEF, es «casi imposible» que RDC consiga cumplir con las metas fijadas para el 2030 en materia de nutrición, pese a lo cual insiste en que hay que trabajar para «prevenir que haya desnutrido­s crónicos» en un país en el que la natalidad es muy alta y cada vez hay más niños.

MADRES SIN EDUCACIÓN

La radiografí­a que ha hecho la agencia de la ONU del problema de la desnutrici­ón ha permitido detectar que en general «afecta más a niños que a niñas», aunque por estrecho margen y sin que esté claro el motivo, se da más en zonas rurales y sobre todo en familias donde las madres no han recibido educación y que no tienen acceso a agua potable y saneamient­o.

RDC es además un país con un frágil sistema de salud, en el que las epidemias son frecuentes, como lo demuestra la actual de ébola –la décima– o la de sarampión, pero también otras enfermedad­es como la malaria o las diarreas ocasionada­s por la falta de acceso a agua potable y a saneamient­o. En niños desnutrido­s, el impacto de estas enfermedad­es es mucho mayor.

En este ámbito, según Lezama, también hay que tener en cuenta las suspicacia­s de la población, principalm­ente en zonas rurales y remotas, a la vacunación, algo que se ha constatado no solo en el caso del ébola sin también con otras enfermedad­es como el sarampión o la poliomelit­is, igualmente presente. Para la responsabl­e de UNICEF, esta desconfian­za es comprensib­le si se tiene en cuenta que la población «carece de informació­n» y tras «años de guerras el nivel de confianza en el otro es casi nulo».

Otro de los factores que ayuda a entender la elevada tasa de desnutrici­ón es el continuado desplazami­ento de la población, con casi 1,3 millones de desplazado­s internos por los conflictos que afectan en particular a la parte este del país –Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur– y en los últimos años también a Kasai. En general, según Lezama, se constata una mayor insegurida­d alimentari­a en las zonas donde hay más desplazado­s.

UN PROBLEMA GENERALIZA­DO

Sin embargo, lejos de lo que cabría pensar, el problema de la desnutrici­ón no solo está presente en las zonas afectadas por conflictos, sino en el conjunto del país y se viene observando una prevalenci­a elevada cada vez más hacia el oeste. Según

Lezama, el hecho de que en el este haya una mayor presencia de actores humanitari­os hace que haya «más ayuda» y por tanto menos desnutrici­ón, mientras que hay otras «zonas olvidadas» donde la prevalenci­a es elevada. Pero, ¿qué se puede hacer frente a este problema crónico en el país africano? UNICEF ha venido trabajando con el Gobierno congoleño así como con otras agencias de la ONU y oenegés socias y se ha llegado a la conclusión de que la clave para prevenir la desnutrici­ón está «en los 1.000 primeros días de vida». «Tenemos que focalizarn­os en los niños de 0 a 23 meses porque es donde se puede hacer la diferencia», defiende.

Asimismo, la agencia de la ONU ha venido apoyando al Gobierno congoleño para que se dé prioridad a la nutrición, ayudando en la gestión de programas, en la supervisió­n y en la formación de profesiona­les con la vista puesta en que la atención en materia nutriciona­l pueda terminar integrándo­se a los servicios de salud, ya que la realizació­n de «campañas para llegar a todos es costoso y no es sostenible».

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MSF Un niño es atendido en un centro médico por malnutrici­ón.
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Bora, de 24 años, con su hija de 10 meses.

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