Los besamanos
El coronavirus avanza en España poco a poco, ya son más de 80 casos detectados. Se contagia de persona a persona y mediante el contacto con superficies u objetos contaminados.
Pero la Fe mueve montañas y quita miedos. En ningún templo de nuestro país se han tomado medidas contra los besamanos y besapiés de vírgenes y santos. Un cofrade sevillano dijo el otro día en una cadena de televisión que «la virgen tiene las manos inmaculadas y está exenta de virus».
¿Distingue este fanático la diferencia entre objeto o cosa y persona?
Seguramente que él y otros de las mismas ideas piensen que la Virgen no consentirá que el virus se propague a través de su representación en escultura. El fanatismo ciega la mente de las personas. Sin embargo, la casualidad y la buena suerte juegan en muchas ocasiones a favor de las personas, incluso de las que se exponen innecesariamente a peligros. De otra manera, deportes y actividades de riesgo causarían más muertes de las que se producen.
A veces contemplas desafíos a la vida por parte de gente que necesita el riesgo para sentirse viva y se eriza la piel por el temor que provoca y que ellos parecen no sentir.
Es de suponer que las cofradías no prohibirán los besamanos y besapiés durante la Semana Santa por mucho que las autoridades sanitarias lo recomienden.
Prohibirlo podría provocar una reacción furiosa de los fanáticos religiosos. La Fe es un sentimiento íntimo que sin embargo necesita del espectáculo y la demostración.
Hay cinco características de la verdadera devoción a la Virgen María, según texto extraído del Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María: la verdadera devoción es interior, tierna, santa, constante y desinteresada.
No creo que Fernando Simón, director de Alertas y Emergencias de Sanidad, se atreva en una de sus declaraciones ante la prensa a aconsejar que se prohíban los besamanos y besapiés de Vírgenes y Santos a pesar del riesgo que supone de contagio. para creyentes y cercanos a ellos. Sarna con gusto no pica.
Este hombre se ha dado a conocer por culpa de la existencia del virus dichoso, obligándole a compadecer a diario ante la prensa para dar noticia de la situación de contagio en nuestro país, tratando de calmar la preocupación general. A buen seguro que pensará que ojalá lo hubiésemos conocido en otras circunstancias mejores.