Tristeza infinita
Nunca llegaré a comprender que en Zaragoza celebremos con mayúsculas una guerra entre hermanos, desconozco el grado de sensibilidad de nuestros antepasados y los pasatiempos y fiestas de que disponían, seguro que comparados con los que disponemos ahora, eran escasos.
Tal es así, que ganada una guerra entre aragoneses y una vez fusilados los vencidos, se creó una fiesta para felicidad y disfrute de los vencedores, «pan y circo».
Que ahora no se alce ninguna voz contraria a la celebración de una fecha manchada de sangre por parte de ningún partido político, asociaciones de vecinos, culturales, sindicatos, etc, es imposible de digerir.
La historia está para recordar todos los hechos, los buenos y los malos, los que nos gusten y los que no, pero nunca para celebrar guerras que por el hecho de serlo nos tendrían que avergonzar.
Deberíamos ser más civilizados y si no nos mueve el respeto, que lo haga la sensibilidad. En cualquier guerra civil, memoria histórica para todos.