La premonitoria novela de 1938 de Ödon von Horváth
Cinco días después de la ▶▶ muerte en 1938 del autor de
Ödon von Horváth (1901), amenazado por los nazis, se publicaba
(Nórdica), premonitoria novela póstuma sobre un soldado alemán de 22 años en la que ya auguraba: «¡La guerra que está por venir va a ser muy distinta de esa a la que llaman guerra mundial! Mucho mayor, más violenta, más brutal… ¡una guerra de destrucción!». Seducido por el nazismo, el joven parte con la Legión Cóndor a la guerra civil española, donde Hitler masacró a civiles en bombardeos como el que sufrió la población vasca de Guernica. En la novela, un capitán revela sus remordimientos en una carta a su mujer: «Ya no somos soldados, sino miserables ladrones, cobardes asesinos. Ya no luchamos noblemente contra un enemigo, sino con malicia e indignidad contra niños, mujeres y heridos». de trabaja en un hospital de campaña, un «matadero donde los pacientes morían por docenas». «No hubo herida, lesión, mutilación y destrucción del cuerpo humano que no presenciara». Participó en 40 operaciones al día, con pésima higiene, mínima anestesia y sin el equipo más básico (gasas, penicilina...).
Narra Horn la única vez que vio «la antesala de la muerte», un sótano donde se hacinaban jóvenes desahuciados. «Afrontaban una muerte lenta (...), orina y heces por todas partes, sangrantes (...) Aullidos, llantos... El horror que vi allí no se puede describir».
Y se pregunta cómo, pese a «los evidentes delirios del régimen, los alemanes siguieron luchando intensamente, la población se adhirió aún más servilmente» y ¿por qué la intelectualidad no se rebeló? No se atrevieron. Expresar descontento o estar contra Hitler «hubiera sido un suicidio». «Los nazis tenían delatores en todas partes y eso nos asustaba», admite.
Antes de acabar en un campo de presos de guerra estadounidense, del que saldría libre con 24 años, vio por primera vez a prisioneros de los campos nazis. «Jóvenes SS sacaban cadáveres vestidos con trajes de rayas» de vagones de ganado. «Los vivos eran puro esqueleto. Un naufragio humano (...) Inmediatamente me di cuenta de que absolutamente nada podía disculpar los crímenes allí cometidos».
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