La dimensión más humana del cartaginés Hannibaal
El Adriano de Marguerite Yourcenar y el Claudio de Robert Graves son dos referentes ineludibles en la narrativa que recurre al artificio del manuscrito en primera persona para novelar la biografía de un personaje histórico. Curiosamente, ambos son emperadores romanos que en el ocaso de sus vidas evocan sus hechos más destacados.
En el caso de Hannibaal, la novela de Carcasona que ha publicado Pregunta, también vienen a la memoria estos ilustres referentes, aunque aquí quien habla no es romano, sino precisamente el más recalcitrante de sus enemigos: el cartaginés Aníbal. Hay otra gran diferencia interesante: Aníbal pertenece al bando de los perdedores, por mucho que haya conseguido fama, gloria y respeto póstumos.
Tres facetas del protagonista se conjugan: el Hannibaal militar, gran estratega y guerrero de valor inacabable; el político, que hubo de lidiar contra enemigos más insidiosos que los romanos, ya que los tenía a su lado y no amenazaban con lanzas o espadas; y el Hannibaal humano, donde seguramente Carcasona más se ha dejado llevar por el placer de imaginar, y donde demuestra su buena mano narrativa.
Aunque se nota la labor de investigación del autor, la novela elude lo que podría haber sido la fácil transcripción enciclopédica de los hitos más conocidos de la vida del protagonista. Y a pesar de que con su elegante prosa Miguel Carcasona dibuja un atractivo perfil de Hannibaal, parece que incluso conscientemente elude sus hechos más obvios. Es imposible no mencionar su enfrentamiento con Roma, o la tremenda gesta de atravesar parte de Hispania, Francia e Italia con sus ejércitos –los elefantes de Aníbal–. Pero no se hallarán descripciones espectaculares, sino el tono y punto de vista de un narrador que más que por su magnitud histórica, en esta novela se hace admirable por su dimensión humana.
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