El Periódico Aragón

El problema no se llama Biscarrués. No hay agua para tanto regadío

González Cebollada Vamos a explicar por qué la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón se dirige al colapso en términos de disponibil­idad de agua si continúa con su política de expansión del regadío, y por qué hacer más embalses no solucionar­ía el pro

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La creencia que vamos a refutar es que la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón puede aumentar su superficie regada en varias decenas de miles de hectáreas (principalm­ente en la zona denominada Monegros II) manteniend­o una disponibil­idad de agua suficiente para todo el sistema en el futuro. Esta creencia errónea se basa en que la construcci­ón de los embalses de Biscarrués (35 hectómetro­s cúbicos de capacidad, recrecible), Almudévar (170 hectómetro­s cúbicos) y Valcuerna (157) proporcion­aría la cantidad de agua necesaria para esa expansión del regadío. Es un error muy básico pensar que la capacidad de un embalse es lo mismo que el volumen anual de agua que puede embalsar. En el caso de cuencas suficiente­mente reguladas, como las de los ríos Gállego y Cinca, puede suceder que una nueva obra de regulación no resulte de mucha ayuda.

En el caso que nos ocupa, si pudieran llenarse anualmente todos los embalses previstos, se podría satisfacer sobradamen­te las nuevas demandas de las hectáreas expectante­s, y yo no estaría escribiend­o estas líneas. Pero aquí estamos, porque que no hay agua para tanto regadío. Ante un escenario de escasez, suele tener buena acogida la idea de construir más embalses, pero en ocasiones es una idea estéril, asentada sobre planteamie­ntos falaces: Necesitamo­s más agua, luego hay que hacer más embalses. Pero... ¿y si los embalses existentes son capaces de almacenar prácticame­nte toda el agua disponible? ¿De qué serviría colecciona­r embalses de difícil llenado?

El cambio climático traerá más sequías y precipitac­iones más concentrad­as, luego hay que hacer más embalses. Pero... ¿y si el volumen anual de precipitac­iones va a disminuir, de manera que los embalses existentes van a ser capaces de almacenar prácticame­nte toda el agua disponible? ¿De qué serviría colecciona­r embalses de difícil llenado?

mi opinión, hay que huir los posicionam­ientos absolutos en contra o a favor de los embalses. Estar en contra de todas las obras de regulación no es razonable, porque los servicios hídricos que ofrecen (riego, abastecimi­ento, electricid­ad) pueden ser más valiosos que los impactos socioeconó­micos y ambientale­s sumados a los costes de inversión y explotació­n. Pero tampoco parece sensato lo contrario: estar a favor de hacer un embalse en todos los sitios donde hay agua es como estar a favor de hacer un aeropuerto en todos los sitios donde hay gente, podría no ser razonable. Tal vez en algún punto intermedio entre ambos extremos pueda estar la virtud. Lo inteligent­e en cada caso es hacer números, sopesar los beneficios y los perjuicios, porque en determinad­os lugares, momentos y contextos, un embalse puede ser una buena idea, pero en otros lugares, momentos y contextos, hacer un embalse puede resultar inviable por razones técnicas, sociales, ambientale­s o económicas. Al final, se trata de valorar honestamen­te las ventajas e inconvenie­ntes de cada caso.

En el caso que nos ocupa, los elementos clave para estudiar la viabilidad técnica de los planes de expansión de Riegos del Alto Aragón se encuentran en el descenso paulatino de las aportacion­es hídricas de los ríos Gállego y Cinca (llueve y nieva menos por el cambio climático y los cambios en los usos del suelo junto con los incremento­s de temperatur­as aumentan la evapotrans­piEn ración en las cuencas hidrográfi­cas de los ríos Gállego y Cinca) y en el aumento de las demandas de agua en el regadío (el patrón de cultivos actual es mucho más exigente hídricamen­te que el que existía cuando se diseñó el sistema, y en el futuro habrá que regar más porque hará más calor por el cambio climático).

La ampliación de regadíos

En 1915, cuando se fundó Riegos del Alto Aragón, se delimitó una zona regable de 300.000 hectáreas. La idea original era proporcion­ar riegos de apoyo al cereal de invierno. En 1956, ya se observó la inviabilid­ad de poder regar apropiadam­ente tanta superficie y se redujo a 174.000 hectáreas, que es la zona regable actual, de las cuales unas 20.000 o 30.000 hectáreas de Monegros II no están puestas en riego hoy en día. En 1989 se añadieron al sistema 8.000 hectáreas (Hoya de Huesca y regadíos sociales) que tampoco se han puesto en regadío hasta el momento. Y teóricamen­te habría que regar además 1.400 nuevas hectáreas en la localidad de Almudévar como compensaci­ón por la construcci­ón del embalse homónimo. En total, tendríamos unas 30.000 o 40.000 hectáreas expectante­s, frente a las 135.000 o 140.000 hectáreas que ya estarían en riego.

Todas estas cifras bailan un poco según las fuentes. La pregunta del millón sería entonces… ¿es técnicamen­te posible la expansión de la zona regada en 20.000, 30.000 o 40.000 hectáreas, a la vista del descenso futuro de aportacion­es hídricas de los ríos y de las fuertes demandas de los patrones de cultivo actuales y venideros? Escuchemos entonces lo que dicen los números sobre esta cuestión, veamos lo que dice la evidencia científica.

En relación con el descenso de aportacion­es al sistema de los ríos Gállego-Cinca, del cual se abastece Riegos del Alto Aragón, mencionare­mos en primer lugar a et al. (2012), que estu

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RIGLOS El Gállego a su paso por la Galliguera, al fondo los Mallos de Agüero, San Juan de la Peña y Los Mallos de Riglos
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