Cristian, El imperial Yamiq y el ‘Kiricocho’
La anécdota, muy divertida, la explicaba Joan Capdevila. El exlateral zurdo de la selección contaba que cuando se vio persiguiendo a Robben en el Mundial de Sudáfrica solo, con el balón cosido al pie izquierdo, en ventaja y en dirección a Casillas solo pudo acelerar a la desesperada y gritar Kiricocho con todas sus fuerzas. Capdevila le había escuchado la expresión a Rubén Cousillas, segundo de
Manuel Pellegrini, un hombre altamente supersticioso y que con esa expresión invocaba al mal fario, algo relativamente habitual en Argentina y con origen bilardista. Sea como fuere, la resolución de esa jugada entró en la historia del fútbol español y fue directa al santuario de las glorias de Iker. La parada fue mítica, permanece viva en la retina colectiva del país y culminó en el primer y único título mundial para España.
En La Rosaleda, alguien se pasó la mayor parte de la tarde gritando Kiricocho. Las defensas se impusieron a los ataques durante casi todo el encuentro. A lo largo de los 90 minutos, la portería de
Cristian Álvarez estuvo blindada, en varias ocasiones por el buen hacer del portero argentino, elegido con toda justicia mejor jugador de febrero en Segunda, en otras tantas por la imperial labor de El Yamiq, cuyo peso en el centro de la defensa es majestuoso y espanta cualquier superstición, que para el que recurra a ella puede recordar el cabezazo de Adrián que lamió el palo. O a los dos disparos de
Soro y de Puado en la cuenta a favor, que la hechicería va por barrios. La brujería duró hasta los últimos minutos. Hasta que Nieto recuperó el balón del ascenso, lo cedió atrás para
Luis Suárez y el Kiricocho saltó por los aires de un zapatazo del ariete colombiano.
Con estos tres puntos, de oro y diamantes, el Zaragoza conserva los cinco de renta sobre el tercer clasificado, estrecha el cerco sobre el Cádiz, permanece invicto en el 2020 y salva sin perder un tramo peligrosísimo del campeonato, con cinco salidas en siete jornadas (empates en Cádiz, Miranda y Santander y triunfos de peso incalculable en Elche y Málaga).