La Romareda
A cualquier zaragozano que se le pregunte qué es la Romareda sabrá que la designación hace referencia tanto al estadio de fútbol donde juega el Real Zaragoza como a la zona residencial donde éste se ubica.
Las últimas noticias apuntan a que el nuevo equipo de gobierno municipal tiene en su punto de mira la reforma del estadio, utilizando para su financiación fórmulas que a mi juicio son contraproducentes tanto para el distrito como para el propio club, pues estas medidas no pueden despertar la más mínima simpatía. Su proyecto busca recalificar terrenos destruyendo espacios emblemáticos como el skate park de Vía Hispanidad o parte de las instalaciones donde estaba situada la antigua sede de la Policía Local, un edificio precioso en la calle Domingo Miral…
¿Qué opinión le merece a cualquier persona concienzada semejante despropósitos?
Esto no sólo es atentar contra el deporte de base, el de la gente de a pie, también implica destrozar una zona despejada para sobrecargarla todavía más con cemento y hormigón, restándoles sol y calidad de vida a los vecinos. Basta ya. ¿Es que no tienen suficiente con el maltrato que ha recibido Averly?
Ahora también lo quieren hacer con más lugares, incluyendo el convento de la calle Jerusalén. Y, si no lo paramos, serán capaces de cargarse el Parque Labordeta con tal de meternos ladrillos hasta en la sopa. Acciones como éstas, su pura concepción, provocan vergüena ajena.
Aprovecho esta tribuna para solicitarles que recapaciten y, al resto de grupos de la oposición, que hagan toda la fuerza posible para que esto nunca suceda. En cualquier ciudad moderna con un mínimo de sensibilidad cultural, esto no ocurriría.
Que reinventen espacios si quieren hacerlos rentables, convirtiéndolos en museos, restaurantes, etc. Pero que no cometan los mismos errores característicos de una cuadrilla de paletos que hoy nos condenan a no disfrutar de la Torre Nueva.