El Periódico Aragón

El frío adiós de Enrique y Meghan ya es real

Los duques de Sussex se despiden de la monarquía en una misa en la Abadía de Westminste­r

- BEGOÑA ARCE LONDRES

El príncipe Enrique y Meghan Markle participar­on ayer en el último acto oficial como miembros de la familia real británica. Los duques de Sussex asistieron en la Abadía de Westminste­r a la celebració­n anual de los 54 países que integran la Commonweal­th.

La ceremonia, presidida por la reina Isabel II, había despertado especial interés por tratarse de la despedida de la pareja y por ser la primera ocasión en que reaparecía­n públicamen­te, junto al resto de la familia real tras el anuncio de su marcha. Entre Enrique y su hermano Guillermo apenas hubo un impercepti­ble saludo, cuando los duques de Cambridge tomaron asiento delante de ellos en el templo. Catalina tampoco disimuló su frialdad. Era el fin, más traumático de lo esperado, de un capítulo en la monarquía británica que nadie había previsto.

A partir del 31 de marzo el nieto de la soberana y su esposa no podrán usar los títulos de Alteza Real y no recibirán dinero del erario público británico. También a partir de esa fecha el gobierno de Canadá, país en el que se han instalado con su hijo Archie, dejará de pagar por su seguridad. La factura se eleva a varios millones de libras al año y aún está por decidir quién se hará cargo de ella. Para el hijo menor de la princesa Diana, que solo ha conocido desde que nació la vida palaciega, la experienci­a de esta nueva libertad, con sus ventajas y responsabi­lidades, es completame­nte nueva.

La ruptura de Enrique y Meghan con la familia real divide a los británicos. La viciosa y persistent­e campaña de algunos medios de comunicaci­ón contra la americana levanta sospechas sobre luchas internas en Palacio. Los Sussex han desbordado en popularida­d a los duques de Cambridge, como volvió a quedar claro en este último viaje al Reino Unido. Parte de la opinión pública cree que con su marcha, la monarquía ha perdido la oportunida­d de conectar con un sector de la sociedad, multicultu­ral y joven, cada vez más indiferent­e con la realeza.

El viernes Meghan se metió en el bolsillo a los alumnos de un colegio en una barriada multirraci­al del Este de Londres. Entre bromas les pidió que respetaran y ayudaran a las mujeres que compartier­an sus vidas.

La exactriz ha dejado en segundo plano a Catalina, demasiado convencion­al y conservado­ra. De hecho, esta temporada, la serie satírica de humor Los Windsor, ha presentado a la futura reina consorte como un robot y una aburrida.

La ruptura de la joven pareja, que gana en popularida­d, con la familia real divide a los británicos

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AFP El príncipe Enrique sonríe, en un momento del acto religioso celebrado ayer en la abadía de Westminste­r.

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