«Volver a ponerme unas botas de fútbol es un triunfo personal. Estoy tranquilo»
Alberto Zapater
«Todas las mañanas me he imaginado volviendo. No he hecho todo esto para jugar cuatro días» «Volver a ponerme unas botas de fútbol es un triunfo personal. Tengo la conciencia tranquila»
Coronavirus aparte, la actualidad deportiva en torno al Real Zaragoza tiene nombre y apellidos. Alberto Zapater Arjol está de vuelta. Por primera vez en toda la temporada y diez meses después de que decidiera pasar por el quirófano, el capitán se ejercitó ayer con sus compañeros y dio un nuevo paso al frente en la compleja recuperación de sus problemas en el tendón rotuliano de la rodilla derecha. Un día más. Un día menos. «Aquí estoy», celebró el ejeano en rueda de prensa. «Estoy contento aunque vamos a paso a paso. Es una alegría estar con los compañeros y llevar siete días seguidos trabajando en campo de césped natural. Vamos superando problemas lógicos y cada día que pasa es un triunfo por estar más cerca de estar bien y por el hecho de que haya menos posibilidades de que me pase algo», indicó el canterano.
El zaragozano se siente «contento» después de cerca de un año de calvario. «La lesión me ha traído muchos problemas porque no tiene un protocolo exacto. El dolor ya estaba ahí durante toda la temporada pasada, pero he hecho muchos sacrificios para volver al cien por cien y sentirme futbolista».
Pero no hay plazos. Zapater se impone el «día a día» como filosofía de vida y de trabajo aunque se muestra confiado en volver a competir esta campaña. «Volver a ponerme unas botas de fútbol lo considero un triunfo personal. No canto victoria ni quiero vender la piel del oso antes de cazarlo pero las sensaciones son muy buenas y confío en llegar a competir esta temporada». Por eso, aunque admite haber pasado momentos «delicados y difíciles» en los que la esperanza parecía esfumarse, asevera que «tengo la conciencia tranquila. He hecho mucho esfuerzo por volver a jugar y si no tuviera esa ilusión no tendría mucho sentido todo esto», apunta el aragonés.
De momento, y tras su reincorporación al grupo –el capitán fue objeto del típico pasillo en el que se asestan collejas al compañero que está de celebración–, el siguiente paso es seguir. «La idea es ir haciendo cosas con el grupo. He hecho la primera parte del calentamiento, el trabajo de fuerza y de comodín en la posesión. He estado peleando mucho por esto y ahora se trata de ir cogiendo sensaciones. Ahora son buenas, pero hay cosas cosas que solo te las dan poder meterte en el grupo con los compañeros».
EL ESCUDO // Pero el capitán se congratula de haber alcanzado una fase clave en su recuperación. «Hasta ahora, el trabajo lo hacía con mi ropa y ahora llevo el escudo del Zaragoza y con mucha gente pendiente de mí y que desea que vuelva», subraya el ejeano, que reconoce que su forma de ser «seguramente me ha penalizado en este caso y ha provocado que haya apurado demasiado hasta llegar a esta situación», pero «también esa forma de ser me ha hecho ser quien soy», afirma el mediocentro.
Atrás quedan momentos amargos en los que la vuelta adquiría tintes casi quiméricos. Lo peor parece haber pasado ya para Zapater, que ayer rescató pequeños placeres. «Es el primer día que me doy un paseo con algún compañero. He tratado de ejercer de capitán desde la distancia, pero es sudar juntos lo que une y es algo muy importante para mí y hasta ahora no lo había hecho. También quería demostrar a mis hijos que las cosas se consiguen con esfuerzo», valora el canterano, que califica su situación personal durante la actual temporada de «rara».
Ahora, ya en el vestuario, el capitán, que ha presenciado todos los partidos disputados en La Romareda, valora el gran ambiente en torno a la plantilla. «Es cierto que todo es mejor cuando la bola entra, pero la realidad es que hay un grupo muy bueno. Estamos en esa dinámica de que todo es de color de rosa, aunque hemos pasado por muchas situaciones difíciles durante la temporada y nos hemos sobrepuesto a todas. Vamos a confiar que estos meses lo vamos a poder disfrutar todos».
Ya en el barco, el capitán mira al frente y ve luz al final de un túnel oscuro que alumbra un nuevo escenario. Zapater ha vuelto y lo ha hecho para quedarse. «Todos los días que me he despertado me he imaginado jugando al fútbol. No he hecho lo que he hecho para jugar cuatro días», advierte el ejeano.
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