El Periódico Aragón

Obligada a quedarse en casa

La nieta de una de las usuarias de la residencia de Monreal del Campo se encuentra en cuarentena por indicacion­es de su empresa y espera a que el Salud le comunique qué debe hacer

- LAURA MALO MARTÍN redaccion@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

El pasado martes, tres usuarios de la residencia de Monreal del Campo dieron positivo en coronaviru­s. Desde entonces, la alarma se trasladó a la comarca del Jiloca, donde se han confirmado nuevos casos.

Una de sus vecinas fue alertada por el equipo de recursos humanos de la empresa en la que trabaja. «Cuando salieron los casos, me llamaron y me preguntaro­n si habíamos hecho alguna actividad en la residencia de Monreal», explica. «Les dije que no, pero les comuniqué que yo visité a mi abuela, que reside en el centro», añade la afectada.

Desde el pasado lunes, la empresa le instó a suspender todas las actividade­s profesiona­les que realiza en la comarca con personas mayores y en una segunda llamada le obligaron a no acudir a su lugar de trabajo y permanecer en su casa en cuarentena.

Esta vecina visitó a su abuela el día 3 de marzo, por lo que debe esperar al día 18 para retomar su vida habitual. Sin embargo, se encuentra a la espera de que el servicio sanitario aragonés le comunique qué debe hacer. Pero la demora se ha extendido desde el martes hasta hoy. «Vi que no hay ningún protocolo. La empresa me dijo que tenía que llamar al número habilitado por el Salud. Me costó mucho que me cogieran el teléfono y cuando lo hicieron me dio la impresión de que era una teleoperad­ora», describe. Según sus palabras, le preguntaro­n los datos básicos de vivienda y si tenía síntomas, como problemas respirator­ios, fiebre o tos y cuál era su situación de riesgo. «Me cogieron el teléfono y me dijeron que esperara otra llamada durante el día. Me volvieron a llamar a la una de la madrugada, pero estaba dormida, entonces llamé al día siguiente y me dijeron que me volverían a llamar porque la persona responsabl­e estaba ocupada. El miércoles se pasó todo el día sin llamar y el jueves al volver a contactar, vieron que estaba registrada, pero otra vez me hacen esperar y no me han devuelto la llamada», añade.

Desde su punto de vista, hay gente más expuesta que ella, a los que no les han dictado medidas. Un ejemplo es su marido, quien a pesar de estar en contacto, sigue yendo a trabajar. «No hay ni informació­n ni conciencia­ción de la gente. Mientras no haya responsabi­lidad, el virus se seguirá contagiand­o. Yo pienso que mi situación es excesiva, quizá no lo es, pero veo al resto de gente sin seguir ninguna medida porque nadie se la ha impuesto», apunta.

Por el momento, ella prolonga las directrice­s dadas por su empresa, que le comunicó que debía regirse por las indicacion­es de Salud Pública. Y se ajusta a la medida de quedarse en casa, a falta de informació­n, para extremar precaucion­es. «Ayer salí a dar una vuelta, pero yo sola y a las afueras del pueblo».

Su abuela es una de las usuarias de la residencia que no presenta síntomas. Aunque no están permitidas las visitas al centro, puede contactar por teléfono y saber que la situación se ha normalizad­o bastante con medidas de precaución, como el ascensor cerrado y el uso de guantes y mascarilla­s, pero intentan que el ambiente sea el habitual.

La vecina del Jiloca «confía en el Salud» y por el momento no tiene constancia de que alguien más esté en cuarentena en la zona.

«Mientras no haya responsabi­lidad, el virus se seguirá propagando», piensa la afectada

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