El Periódico Aragón

Alarma

- Daniel Gallardo Marín Garrapinil­los (Zaragoza)

muy grave la pandemia, pero ponerse la venda antes que la herida es con frecuencia una buena medida. No nos encontramo­s a salvo de que en ambos países se repita lo que ya es un problema muy grave en Italia. Va a ser difícil acostumbra­rse a otro modo de saludo al encontrars­e con un conocido, ya que uno puede atreverse a dar un apretón de manos o un beso, pero no sabemos si al otro lo consentirá. Tal vez se pierda para siempre la costumbre de dar la mano salvo en casos muy excepciona­les como salvar una vida o librar a alguien de un peligro. Hay distintas formas de dar la mano, cuestión que el

En principio vivimos en este pequeño planeta dentro de un universo infinito. Todos somos uno,

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dicho de otro modo, todos estamos relacionad­os con todos, como si fuéramos una gran familia. Pero por puro y humano egoísmo a cada uno nos duele nuestro mal. La epidemia del coronaviru­s, causante del síndrome respirator­io, con epicentro en China, la segunda economía global y la fábrica del mundo, se ha expandido desde su comercio y turismo a otros países desarrolla­dos, sembrando una alarma más allá de la propia amenaza sanitaria. Pero la amenaza sanitaria que puede derrotarse, debe enfrentars­e a otro virus más insidioso, el miedo desprendid­o de fotos, noticias alarmantes y vídeos en decenas de medios. La normalidad de la vida se rompe en un momento porque algo que en principio no parecía peligroso mutó o reaccionó, y con ello el comportami­ento y la actitud de millones de personas. De pronto, nos amenazan los pájaros, el sexo sin preservati­vo, un roedor, una mosca, la pelusa de una fruta, unas manos sin guantes o la gota de saliva. No trato de restar importanci­a, ni crítica alguna a las medidas sanitarias lógicas y necesarias ante este virus, pero el miedo cuando lo sentimos cercano aplana la razón, rompe el sentimient­o e impide el normal desarrollo económico y social. Damos menos importanci­a al virus de la gripe, causante de decenas de miles de muertes anuales en España, la mayoría, al igual que el coronaviru­s, a personas con sistemas inmunitari­os debilitado­s y de avanzada edad. Parecida histeria colectiva y alarma llegó a causar en su día la llamada pandemia de la gripe tipo A. Al parecer, sin que esta sea la causa, originada por el lobi de los laboratori­os farmacéuti­cos. Tampoco hay miedo y si acaso indiferenc­ia, cuando es la malaria la que mata a niños y niñas, el ébola, el sida o el dengue en el tercer mundo. Por no hablar del virus del hambre. La muerte por inanición, precedida por una grave desnutrici­ón que afecta a cientos de millones de personas en África o América del sur. Es curioso lo lejana que resulta una desgracia cuando no nos atañe personalme­nte (John Steinbeck).

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