El Periódico Aragón

Bolea

- Título: ‘Hindenburg’

La escritora madrileña

viene volcando su visión europea en una serie de novelas que ponen, más que en valor, en serias dudas los valores tradiciona­les del continente supuestame­nte más avanzado en las luchas por los derechos y libertadas individual­es.

De hecho, en la vida de Razha, la protagonis­ta de Hindenburg (Seix Barral), la más reciente entrega de Cristina Cerrada, no hay nada parecido a un código de principios. Tan sólo el afán por

Cerrada Cristina

sobrevivir. No por salir adelante, sino literalmen­te por conservar la vida en un ambiente presidido, rodeado por la muerte.

Hindenburg, ambientada en una arquetípic­a ciudad del este de Europa, un Sarajevo, irá desplegand­o ante la vista del lector un telón que obrará como un fundido en negro inspirando la angustiosa nada en la que parece flotar, como en las cenagosas aguas de un pútrido estanque, la conciencia de la protagonis­ta.

Una mujer, Razha, sobre la que la amargura del presente, la guerra, la posguerra, la amenaza de una nueva contienda, el toque de queda, el racionamie­nto, la insegurida­d en las calles y las penurias económicas han dibujado un mapa anímico y sentimenta­l con más agujeros que un campo de minas.

La novela, escrita en primera persona, tiene algo en común con el diario de un náufrago.

Los más simples comportami­entos, movimiento­s de Rahza deberán superar la parálisis de la soledad y la superstici­ón en fuerzas externas obrantes a la manera de un negro destino.

Todo aquí, en esta novela dura y conmovedor­a a la vez, desde ir a la compra a mantener una cita amorosa, pasa por un tamiz de alerta y traición, como si la felicidad no existiera o se limitara a un concepto utilitario o precario. Porque incluso los breves momentos de placer que Rahza puede obtener con Greb, uno de sus superiores en la empresa de limpieza, están condiciona­dos por el habitáculo donde tienen lugar sus encuentros, una especie de cuarto de escobas, y por la superior jerarquía de su amante. Más que un polvo, es como una especie de complement­o a la media hora del bocadillo.

En ese infierno, donde, además, otro hombre la acecha, la acosa, la vida de Rahza no parece valer nada. Si acaso el secreto de una muerte violenta, un crimen familiar cuyo testimonio podría, más que solucionar el caso, agravar aún más la extrema situación en la que ella vive, o resiste, mejor dicho, con su familia.

A veces, en su desesperac­ión, Rahza mira al cielo y su dislocada mente le invita a ver un zepelín, el Hindenburg. A bordo, disfrutand­o de las vistas aéreas, los pasajeros se muestran felices. El contraste entre esa lujosa aventura y su mísera existencia terrenal le recordará la distancia insalvable entre el paraíso y el pozo lleno de fango donde arden las almas malditas que, sin embargo, como la de Rahza, son inocentes.

Hindenburg, como Europa, integran una ambiciosa trilogía narrativa sobre las contradicc­iones del continente europeo. Muy bien y originalme­nte escrita en sus entregas por Cristina Cerrada.

‘Hindenburg’ se centra en la superviven­cia en una ciudad del Este

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CHUS MARCHADOR La escritora madrileña Cristina Cerrada, en una visita a Zaragoza.
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