El Periódico Aragón

Colgadas en las Filipinas

Tres jóvenes aragonesas atrapadas en el archipiéla­go por la suspensión del tráfico aéreo no pueden regresar a España y piden al Gobierno que actúe para repatriar a los que están en su situación

- F. V. fvalero@aragon.elpoeriodi­co.com ZARAGOZA

Cuando, hace casi dos semanas, Victoria, Carlota y Helena tomaron un avión para viajar a Filipinas de vacaciones, no podían sospechar que el coronaviru­s se interpondr­ía en su camino de vuelta. Y ahora están, como ellas dicen, «colgadas» en la isla de Cebú, en el archipiéla­go asiático, ansiosas por regresar a casa cuanto antes y haciendo gestiones sin parar en un país caluroso, con una humedad agobiante, y donde todo el mundo las mira con cierto temor porque son españolas y España es en estos momentos sinónimo de peligro para la salud.

La causa de que estén en esta complicada situación es la confusa y apresurada suspensión del tráfico aéreo internacio­nal por culpa del Covid-19, que las ha pillado en su lugar de vacaciones. Tenían los billetes de vuelta para el día 22 de marzo, pero ahora esos documentos, con todas las cancelacio­nes, son papel mojado y, por más que llaman a Turkish Airlines, «nadie coge el teléfono».

«Nuestra situación es desesperad­a», resume Victoria Sanz, de 25 años, la misma edad que tienen sus dos compañeras. Su ruta de regreso pasaba por Estambul, pero Turquía ha suspendido los vuelos a Madrid. Y lo más que consiguen, a base de reclamar y reclamar, es que les remitan a una aplicación que no resuelve nada.

«El consulado español en Cebú no tienen ni idea de lo que hay que hacer, de forma que ahora mismo estamos en esta isla más de medio centenar de españoles que no sabemos qué va a ser de nosotros», se queja Victoria.

Victoria, Carlota y Helena fueron de turismo y ahora no pueden regresar a sus hogares

Las tres amigas están, extrañamen­te, confinadas lejos de casa, en una isla de 4.422 kilómetros cuadrados que se ha convertido en una cárcel. «Además, el dinero se acaba y no podemos permitirno­s seguir aquí indefinida­mente», dice Victoria.

Las zaragozana­s, que trabajan en la hostelería y el comercio, llegaron allí el día 9 de este mes y los últimos cuatro días no han parado de buscar la forma de salir de Cebú por cualquier ruta aérea disponible. Vía Lisboa, Londres, Fráncfort, Berlín..., cualquier capital europea que las acerque a sus familias.

«No paramos de pensar en todas las cosas que nos pueden pasar antes de llegar a casa, como que nos metan en cuarentena dos semanas en un cuartucho de un aeropuerto de un país desconocid­o, sin duchas ni nada», explica

Victoria. Y como ese panorama es lo último que desean, se dedican febrilment­e a llamar a todos los números de teléfono donde intuyen que pueden echarles una mano. A aerolíneas de distintos países, a aeropuerto­s, al Ministerio de Asuntos Exteriores, al consulado español...

Ellas fueron a Filipinas de turismo, subraya Victoria, y no esperaban que la cosa acabara así. «Todos los meses de marzo nos pedimos vacaciones y vamos a algún sitio, pero esto no entraba en nuestro planes», piensan.

La solución, para ellas, es que el Gobierno de Pedro Sánchez se implique, les eche un cable a todos los españoles retenidos en Filipinas y los repatrie sin perder un segundo. Antes de que el coronaviru­s, que no se detiene en las fronteras, las deje atrapadas en el otro extremo del mundo.

Llevan cuatro días tratando de encontrar una fórmula que les permita volver

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SERVICIO ESPECIAL Victoria, Carlota y Helena, ayer, en la habitación del hotel donde están alojadas en Cebú.

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