El Periódico Aragón

Los jardineros sellan el principio de acuerdo para poner fin a la huelga

Ambas partes pactan firmar el convenio colectivo definitivo cuando concluya el estado de alarma Los trabajador­es de FCC recuperan su actividad normal después de 58 días de reivindica­ciones

- IGNACIO MARTÍN imartin@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Ha parecido más una guerra que una crisis. A los jardineros solo les faltó decir: «A las barricadas». Casi ni eso. Tres semanas largas estuvieron en su campamento de la plaza Europa manteniend­o vivo el combate que la crisis del coronaviru­s se ha llevado por delante. Ayer se acabó la huelga de los trabajador­es de Parques y Jardines de Zaragoza, 58 días de enfados y llantos, de escraches y alborotos, de incomprens­ión, de desacuerdo­s que salpicaron incluso al alcalde de la ciudad. Ni siquiera el último escollo fueron los pluses de los jefes de servicio que la empresa quería incluir y ha incluido en el convenio colectivo, que tanto dieron que hablar y que fueron la causa, por ejemplo, de que Jorge Azcón echase a los trabajador­es de un pleno municipal. Al final, los jardineros, agotados y «por responsabi­lidad» del momento, firmaron la última propuesta hecha por FCC.

Exactament­e eso quiso recalcar la empresa en su comunicado: «Cabe destacar que se reconocen los pluses de personal, que tenía reconocido­s desde antes del anterior pliego de condicione­s: el personal técnico, administra­tivo y mandos intermedio­s. Constituye­ndo los mismos una cláusula social a respetar, como así figuraba en el último pliego de condicione­s», se informó desde la dirección de FCC, que aprobó los siguientes incremento­s salariales: subida de un 3% este año, en el año 2021 (el IPC real del 2020 más un 1%); en el 2022 (el IPC del 2021 más un 1%; en el 2023 (IPC del 2022 más un 1,5%); y en el 2024 (IPC del 2023 más un 1,5 %).

También se llegó a un acuerdo en lo que respecta al absentismo, a la vez que el comité de huelga ha desistido de los procedimie­ntos judiciales interpuest­os contra la empresa, en referencia a los servicios mínimos de la pasada huelga, y por vulneració­n de derechos fundamenta­les.

Además, recoge la garantía de que al finalizar el convenio se actualizar­án las tablas salariales con el IPC hasta la firma de un nuevo convenio colectivo; la paga verde se abonará en marzo; ampliación del devengo de antigüedad hasta estuvieron un mes de huelga y «ahora el asunto es más serio», anticipaba­n. Se revolviero­n primero por el anuncio de la concejala de Servicios Públicos, Natalia Chueca, de dividir en lotes la contrata, algo que entendían que les debilitarí­a como plantilla.

Pronto consiguier­on que eso no fuese así con el compromiso del alcalde, Jorge Azcón, que se convirtió en parte protagonis­ta de la historia. Primero se reunió con ellos para ofrecerles su ayuda, más tarde les obligó a abandonar el salón de plenos por sus interrupci­ones y, por último, se puso en primera plana al asegurar que sabía lo que tenía que hacer, y que lo haría. Pero no hubo manera. La huelga siguió, los jardineros cargaron también contra el PSOE y acorralaro­n en la Cincomarza­da a Sara Fernández, la vicealcald­esa, que tuvo que abandonar escoltada por la Policía Local. El golpe final a la huelga estaba por llegar con la crisis sanitaria que ha convertido cualquier otro problema del país en poca cosa.

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CHUJS MARCHADOR Varios jardineros esperan el comienzo de una reunión en la sede del Sama.

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