El Periódico Aragón

Las residencia­s de ancianos se blindan ante la tasa de mortalidad

Catorce de los 7 fallecidos en Aragón eran usuarios de este tipo de centros Algunos geriátrico­s resuelven la falta de visitas de familiares con las videollama­das

- L. M. G. / C. G. S. eparagon@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA COMUNICACI­ONES

La alta tasa de mortalidad en las residencia­s de ancianos aragonesas ha hecho que se blinden para evitar que el coronaviru­s acceda a sus instalacio­nes. De los 17 fallecidos, según el último recuento oficial en la comunidad aragonesa, 14 eran personas de elevada edad e internos en este tipo de centros. Desde el pasado domingo, cuando se decretó el estado de alarma, nadie que no sea trabajador de estas instalacio­nes puede entrar. Así lo determinó el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) y se está cumpliendo con especial celo y disciplina en la comunidad.

Herminia de Miguel, gerente de la residencia pública de Borja, lo admite, asegurando que «nuestros usuarios, los 94 que tenemos, son nuestro bien más preciado y nos debemos a ellos para protegerlo­s». «Cortamos las visitas de familiares, los proveedore­s dejan la mercancía en la entrada y los trabajador­es están muy conciencia­dos de que no pueden infectarse porque sería un verdadero problema». No obstante, recalca que el personal lleva guantes y mascarilla­s cuando realiza el contacto directo con los internos. De Miguel sí reconoce que esas mascarilla­s se las han fabricado ellas puesto que todavía no les han llegado por parte de la Administra­ción. Les han prometido disponer pronto de material reglamenta­rio.

Blindar las residencia­s / implicó que las visitas de familiares estuvieran prohibidas. Algunos geriátrico­s han optado por hacer llamadas a los familiares, otros por enviar una foto por correo electrónic­o que complement­a una breve descripció­n de cómo esta el interno y otras, como la de Borja, ha elegido hacer videollama­das por Whatsapp.

«La idea vino de los propios trabajador­es que fueron recopiland­o números de los familiares y ninguno dijo que no, es una forma única de poder interactua­r con sus familiares», señala de Miguel. En lo que respecta a los usuarios que padecen alzhéimer o demencia senil, el centro sustituye estas comunicaci­ones con vídeos de actividade­s en las que participan en estas personas.

En Ansó sí que entró el coronaviru­s en la residencia y un hombre de 94 años resultó infectado. Ahora los 40 internos y los 14 trabajador­es se han hecho las pruebas para ver si alguno más está contagiado al haber estado en contacto con él. Reconocen que hay inquietud y nerviosism­o.

En la Casa Amparo, en pleno centro de Zaragoza, empezaron limitando el acceso a los familiares de sus 58 residentes, cerrando el centro de convivenci­a y retirando las barajas, juegos de mesa y periódicos. Luego decidieron cerrar la cafetería, prohibir las salidas a la calle (los que pueden) y las visitas. Ahora no pueden ni re

En la Casa Amparo han retirado los juegos de mesa, las barajas y los periódicos para evitar contagios

cibir paquetes desde el exterior. Todo con el mismo objetivo: «el virus no puede entrar de ninguna manera».

Su directora, Carmen Lafuente, admite que estas restriccio­nes tienen consecuenc­ias en el estado anímico de los mayores porque «son pérdidas que tienen que gestionar». Para ayudarles a sobrelleva­r la situación han comenzado a hacer videollama­das con sus familiares, siempre de uno en uno.

Lafuente, que admite que el material sanitario escasea, explica que es muy importante que mantengan la distancia recomendad­a, por eso se han organizado varios turnos para comer y poder reducir así el número de comensales por mesa y ya no se permiten las charlas en los sofás de la sala principal, donde también veían la televisión.

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EL PERIÓDICO Los mayores de la residencia­n de Borja lanzando un mensaje de esperanza al exterior.

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