Infierno en el paraíso
El zaragozano Víctor Lapeña, entrenador del Fenerbahce, se encuentra recluido en Estambul «Las calles están vacías y los colegios cerrados, pero no hay restricciones», explica el técnico
Tras un año de estancia en Oremburgo, a 5.400 kilómetros de Zaragoza, su ciudad natal, Víctor Lapeña dejó la Liga rusa para fichar por un clásico europeo del baloncesto, el Fenerbahce. El aragonés vivía en un paraíso. «Estambul es precioso. La gente es muy amable, con muy buena comida, buen tiempo y sitios donde disfrutar», decía Lapeña desde esta ciudad de 18 millones de habitantes tras ganar a finales de diciembre la Supercopa.
Pero todo ha cambiado como de la noche al día con la llegada del coronavirus a Turquía. Desde hace tres días Lapeña está solo recluido en su casa. «El martes cancelamos los entrenamientos hasta nueva orden». El Gobierno turco suspendió todas las competiciones el jueves. El pasado fin de semana se jugó el partido a puerta cerrada ante el Galatasaray. «Mi sensación es que era un entrenamiento y mis jugadoras no estaban concentradas. Teníamos una ilusión enorme por disputar la Final Four de la Euroliga, pero estábamos apáticas y tristes», indica Lapeña desde Estambul. Lapeña vivió una situación dantesca viendo un partido masculino del equipo de Obradovic. «Era un partido de Liga y los jugadores se ponían alcohol en las manos y, cuando se caía alguno, no quería que le tocara nadie del equipo rival para levantarle», dice.
«Ahora ni nos entrenamos y ni siquiera nos vemos. Los equipos jóvenes y de chicas del Fehay nerbahce han parado. Los nervios están a tope y hay una gran intranquilidad. Tenemos tres americanas, una italiana de Milán que es Cecilia Zandalasini y la española Laura Nicholls, que está tan preocupada como nosotros. A ver qué decisiones se toman. Afortunadamente el gobierno español facilita la entrada de repatriados, pero de España a Turquía las frontera está cerrada», dice.
Hasta ahora había pocos casos de coronavirus en Turquía. «Hace tres días había un caso y ahora empieza fuerte con 41 casos. Las calles están bastante vacías y los colegios están cerrados, pero no
restricciones y el tráfico es increíble», afirma.
El Fenerbahce estaba firmando una temporada increíble. «Hemos ganado la Supercopa, la Copa Turca la pasada semana en Adana, éramos líderes en la Euroliga y la Liga. Era muy bonito ganar tres títulos y entrar en la Final Four de la Euroliga. Esto solo se había conseguido una vez en la historia del club». La semana pasada el Fenerbahce ganó en el primer partido de cuartos de la Euroliga a las francesas del Bourges. «Les ganamos por 9 puntos y teníamos el factor cancha a favor. Pero el jueves de la semana pasada se cancelaron las competiciones FIBA. La Final Four se celebra a mitad de abril, pero se cancelará. Y el final de la Liga es del 10 al 15 de mayo y los favoritos somos Galatasaray y nosotros», indica. Uno de los grandes candidatos de la Euroliga era el Ekaterimburgo ruso. «Esta semana han decidido parar la Liga rusa y se le ha dado el título al Ekaterimburgo. Ha sido lo más sensato porque las extranjeras se ha podido ir a casa», dice.
Lapeña lleva confinado en su casa desde hace tres días. «Estoy jodido al no poder estar con los que más quieres. Hay un cóctel muy negativo. Salgo a comprar la comida y mato el tiempo leyendo, estudiando y hablando mucho tiempo con la familia por ordenador», explica.
Desde la casa de Tarragona la familia espera que Víctor regrese lo antes posible. «Marta, mi hija mayor, ha cumplido diez años y está triste por no poder celebrar su cumple con las amigas. Los mellizos tienen 4 años y mi mujer les explica la situación a su manera», dice.
Lapeña ve desde la distancia la forma de afrontar esta situación de Ester, su esposa. «Tiene una capacidad de imaginacion increíble. Es una heroína y tiene magia. Los niños viven como en un parque temático y así mi mujer les tiene contentos y felices», confiesa Lapeña.
Ahora sólo queda esperar y regresar lo antes posible a casa. «No hay mejor acto de responsabilidad que quedarse en casa porque ni contagias, ni te contagian. Los que trabajan no sé cómo lo hacen. Me pierdo...», reconoce.
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