Más de 40 nacimientos en Aragón
Los bebés no esperan la llamada y cuando deciden salir se hacen notar, aunque estemos en tiempos complicados como la actual crisis sanitaria provocada por el coronavirus. En el hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde se producen la inmensa mayoría de los nacimientos de la comunidad aragonesa, desde el 15 de marzo y hasta el viernes por la mañana (día 20 y últimos datos facilitados), se han producido 44 partos.
Hay mucha incertidumbre sobre cómo puede afectar el covid-19 a las embarazadas y a sus hijos porque apenas hay datos científicos debido al escaso número de casos registrados y el poco tiempo transcurrido.
El mejor consejo es quedarse en casa y extremar la higiene personal, como deben de hacer el resto de personas.
No existen evidencias de que las mujeres embarazadas tengan más susceptibilidad al virus y, por tanto, más riesgo. Tampoco de que en caso de contagiarse se incremente el riesgo de neumonía y su gravedad.
Hasta ahora, las pocas mujeres embarazadas que han contraído el coronavirus y que se encontraban en el tercer trimestre no han transmitido el covid-19 a sus hijos, aunque si que hay más posibilidades de que el parto sea prematuro.
En las plantas de maternidad se extrema la limpieza y el aislamiento. «Teniendo en cuenta cómo están los hospitales, estábamos como en una burbuja», asegura Sandra Alono, que la semana pasada dio a luz en el centro hospitalario Miguel Servet de Zaragoza. Los sanitarios van con mascarillas y guantes y la limpieza y desinfección es contantes. «Hasta los pomos de la puerta», matiza.
Además, antes de llevar a cabo cualquier ingreso se descarta que tanto la futura madre como el acompañante no tienen síntomas propios del coronavirus. teníamos el mismo riesgo que el resto de trabajadores, pero no hay estudios suficientes para demostrarlo», explica. En Málaga, a una enfermera embarazada de 27 semanas y que se contagió, tuvieron que hacerle una cesárea urgente. Y de ahí su miedo.
«Los compañeros me cambiaban los pacientes en los casos más infectocontagiosos para que entrara a habitaciones con menos riesgo», explica desde casa, donde sigue intranquila y «dándole vueltas a todo».
No ha podido empezar las clases de preparación al parto, sus padres viven en Madrid y se están perdiendo el embarazo y teme que no puedan estar el día que de a luz. «Te surgen mil dudas y se te hacen los días eternos sin poder salir a pasear. Tengo hambre a todas horas y me duelen las piernas», explica.
Su marido, Mario Gracia, tiene una rutina marcada entrar a casa: primero se desinfecta, luego se descalza y echa a lavar la ropa que lleva puesta. Es autónomo y la crisis del coronavirus le ha golpeado duro, como a la mayoría. Otra preocupación más para Pilar en la que pensar durante los largos días de confinamiento.
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«Teniendo en cuenta cómo están ahora los hospitales en maternidad estás como en una burbuja»