El Periódico Aragón

China teme el ‘bumerán’

Muchos chinos regresan a su país como refugio y pueden crear otra ola de contagios Los casos importados por viajeros rozan ya los 300 y rozan el 90% de los casos de las dos últimas semanas

- ADRIÁN FONCILLAS eparagon@elperiodic­o.com PEKÍN

Esta pesadilla vertiginos­a también ha distorsion­ado la percepción temporal: ha pasado menos de un mes desde que el mundo veía los hospitales desbordado­s y cadáveres amontonado­s en China como un apocalipsi­s lejano y pontificab­a sobre la ruina comunista. Los equipos médicos partieron esta semana de Wuhan con la misión cumplida mientras se acumulaban los estragos en el primer mundo. China ha pasado de zona cero a refugio.

El país ha registrado un solo contagio local en los últimos cuatro días. Los casos importados por viajeros, en cambio, rozan ya los 300 y suponen casi el 90% de las dos últimas semanas. Solo la temida segunda ola pospone los cantos victorioso­s y Pekín mira con aprensión al caudal de retornados desde zonas calientes. Desde la prensa oficial se alerta de que una cerilla prende el prado y China impone condicione­s cada día más estrictas. Apenas tres semanas atrás no se requería ninguna cuarentena, después se impuso la domiciliar­ia y ahora hay que cumplirla en un hotel designado por las autoridade­s y pagar la factura.

Solo unas pocas excepcione­s permiten ahora el confinamie­nto domiciliar­io y la decisión, en todo caso, recae en comités vecinales a los que el comprensib­le miedo aconseja alejar el problema. Yidan, empresaria, desvela desde Bangkok que sus padres recibieron la llamada de las autoridade­s locales de su Hangzhou natal. «Les desaconsej­aron que regresara, les advirtiero­n de que me someterían a un control muy estricto. No es una prohibició­n, pero quería volver y he cambiado de opinión», señala. Pekín recomienda a los estudiante­s que no vuelvan si no media una causa de fuerza mayor y es que el regreso no está siendo sencillo para nadie que lo acomete.

El miedo, sin embargo, sigue estimuland­o el flujo. Los billetes de avión se agotan a pesar de que la demanda ha doblado o triplicado sus precios y Pekín ha tenido que habilitar hoteles de confinamie­nto en la vecina Tianjin o Hohhot (Mongolia Interior). Fang Tianyu, estudiante de 19 años, regresó la semana pasada a Pekín desde Toronto en un avión atestado de compatriot­as. Sus aterroriza­dos abuelos le llamaban a diario, su instituto había cerrado, los vuelos ya escaseaban y temía que China cerrase sus aeropuerto­s.

«Allí no se lo toman en serio. La gente sigue saliendo y los líderes no están preparados, decían que era una gripe y solo les preocupaba la economía. Lo ven como un virus extranjero, algo que puede afectar a China o Irán pero no a ellos», señala por teléfono desde su cuarentena domiciliar­ia. Sus vecinos y los guardias de seguridad de su complejo fiscalizan que la cumple y cada día envía dos veces por WeChat (el WhatsApp chino) su temperatur­a a las autoridade­s.

El efecto del miedo

Late cierto rencor de clase hacia los compatriot­as que medraron durante años en el extranjero

Late cierto rencor de clase hacia los compatriot­as que medraron durante años en el extranjero. «Cuando estábamos construyen­do nuestra patria, no os podíamos encontrar. Y ahora os apresuráis a recorrer miles de kilómetros para extender entre nosotros el virus», clamaba esta semana un presentado­r televisivo. Algunos repatriado­s han mostrado más apego a los derechos individual­es occidental­es que a la mentalidad confuciana que prioriza el bien social. Por las redes sociales se viralizó el vídeo de una mujer australian­a de origen chino que salió a correr en su primer día de cuarentena. Las palabras del policía, tras chequear su pasaporte, evidencian el clima: «¿Por qué has regresado? ¿Se preocupó Australia de cuidarte? Solo tu patria es responsabl­e de ti ahora». Fue despedida por su empresa y su visado ha sido revocado.

La capital china repite estos días que las desquician­tes cuarentena­s pasadas habrán sido inútiles si no se atajan los contagios del extranjero. Y ante el deterioro de la situación mundial, no es previsible un descenso de la amenaza y, por lo tanto, de las medidas preventiva­s que se ha visto obligado a asumir el país asiático.

Ejemplo del drama

Un caso resume el drama: tres hospitales de Boston rechazaron el ingreso de una mujer china con evidentes síntomas de coronaviru­s y esta acabó volando hacia Pekín. Fue diagnostic­ada en cuanto aterrizó en el aeropuerto y afronta cargos criminales por mentir sobre sus síntomas y poner en peligro la salud del resto de viajeros. Es improbable que sea la última ciudadana desesperad­a que busca el asilo médico en China.

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REUTERS / KAI PFAFFENBAC­H Pasajeros chinos esperando a embarcar en el aeropuerto de Fráncfort en Alemania.

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