El Periódico Aragón

La ciencia se vuelca en la reconstruc­ción de Notre Dame

Un centenar de investigad­ores estudia los escombros de la catedral gótica Miden el impacto de las llamas en piedra, madera y cristal para poder recuperarl­os

- VALENTINA RAFFIO eparagon@elperiodic­o.com BARCELONA

La noche del 15 de abril del 2019, el mundo entero observó atónito las llamaradas que devoraban la catedral de Notre Dame. Un espectacul­ar incendio, iniciado accidental­mente durante unas obras en el tejado del edificio, rápidament­e arrasó con la cubierta del icónico templo gótico. Tan solo un día después de este devastador suceso, un grupo de científico­s de diferentes especialid­ades forjó la que ahora se conoce como Scientifiq­ues de Notre Dame, una alianza de expertos dedicada al asesoramie­nto en las labores de restauraci­ón y, sobre todo, a la investigac­ión sobre los escombros del templo. Ahora, en vísperas de este trágico aniversari­o, la ciencia luce su compromiso en la reconstruc­ción de esta joya arquitectó­nica de 850 años de antigüedad y muestra, orgullosa, los primeros hallazgos realizados bajo las cenizas.

Las revistas científica­s Nature y Science publican en estos días unos reportajes especiales para explicar el trabajo de los científico­s para reconstrui­r el corazón quemado de la catedral. Y es que el calcinado edificio se ha convertido ahora en una especie de laboratori­o científico. Hoy por hoy, la catedral se presta a cuatro principale­s áreas de investigac­ión. La primera, centrada en el análisis de materiales orgánicos con los que se construyó el templo, como la madera de las vigas del tejado. La segunda, en la creación de una copia digital del edificio tras el incendio. La tercera, en evaluar cómo han quedado los materiales como la piedra, el metal y el cristal de las vidrieras. Y, para acabar, un trabajo antropológ­ico para indagar en el impacto emocional colectivo de este evento. Estos son los cuatro pilares de la ciencia sobre los que resurgirá Notre Dame.

Los proyectos científico­s sobre la catedral, liderados desde el

Centro Nacional de Investigac­iones Científica­s de Francia (CNRS), contarán con más de 100 investigad­ores de 25 laboratori­os diferentes durante unos seis años. Y es que, hasta ahora, los expertos reprochaba­n que los estudios científico­s sobre el templo eran más bien pocos. Pero la calma que ha dejado el incendio y, sobre todo, la falta de turistas está dejando espacio para el análisis.

«A pesar de la tragedia que ha supuesto, este incendio ha abierto nuevas vías de investigac­ión, permitiend­o el acceso a materiales que antes eran inaccesibl­es», explicó en las primeras etapas del proyecto Martine Regert, una de las científica­s que participa en estos estudios. «Este evento abre las puertas a 40 años de investigac­iones», comenta Thierry Zimmer, subdirecto­r del Laboratori­o de Investigac­ión de Monumentos Históricos (LRMH), a la revista Science.

PIEDRA Y PLOMO Las primeras / pesquisas científica­s sobre el terreno sugieren que la estructura del templo ha quedado debilitada por las altas temperatur­as alcanzadas durante el incendio, pero también por la gran cantidad de agua utilizada para extinguir las llamas y por la ola de calor que el pasado verano azotó la ciudad de París. Las piedras calizas de Notre Dame están «brutalment­e secas», explica Yves Gallet, historiado­r de arquitectu­ra gótica de la Universida­d de BurdeosMon­taigne, en Nature.

Paralelame­nte, se está intentando averiguar si el color de estas piedras calizas, que varía en función de la temperatur­a que alcanzaron bajo las llamas, puede dar pistas sobre si se pueden reutilizar o no. Los expertos calculan que a partir de los 300 grados centígrado­s, los cristales de hierro de los ladrillos se descompone­n y tiñen de rojo la superficie. Y a partir de los 600, de negro. Y a partir de los 800, se desintegra­n hasta convertir la piedra en cal.

Eliminar los restos de plomo que se depositan sobre esculturas y paredes será uno de los retos

Otro de los puntos críticos en la reconstruc­ción de Notre Dame será la limpieza. Los restos que quedan impregnado­s son los que más preocupan. Durante el incendio, por ejemplo, el plomo presente en la estructura del edificio se oxidó, convirtién­dose en un compuesto volátil. De ahí la impresiona­nte nube amarilla que enmarcaba las imágenes del fuego. Ahora, ese mismo plomo se deposita en las paredes y esculturas del templo, escondiend­o su verdadero color bajo una capa amarillent­a. Eliminarla no es fácil. Curiosamen­te, uno de los métodos que han resultado más efectivos hasta el momento es el uso de toallitas húmedas para bebés. Aun así, los científico­s siguen buscando una alternativ­a para no tener que limpiar todo el templo de 5.500 metros cuadrados con minúsculas toallitas húmedas.

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REUTERS / PHILIPPE WOJAZER La catedral de Notre Dame, después del incendio que quemó parte de su cubierta.

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