El Periódico Aragón

Las ‘fake news’ se viralizan

Una iniciativa internacio­nal de ‘fact-checking’ desmiente 1.000 datos sobre la epidemia en dos meses Cristina Tardáguila, directora del proyecto, avisa del peligro de los bulos que circulan

- VALENTINA RAFFIO eparagon@elperiodic­o.com BARCELONA

«Las fake news se expanden como el virus», sentencia Cristina Tardáguila, directora adjunta del Internatio­nal FactChecki­ng Network, una red global de investigad­ores y periodista­s dedicada estos días a desmentir bulos sobre el coronaviru­s. El proyecto reúne ya a más de 100 profesiona­les de 45 países, con hasta 15 idiomas, dedicados a analizar la informació­n que surge en los territorio­s afectados. Su labor ya ha conseguido detectar más de 1.000 noticias falsas sobre el virus y todas las teorías de la conspiraci­ón que lo rodean. «Es la colaboraci­ón más grande de la historia del fact-checking hasta la fecha», explica en una conversaci­ón con este diario.

El proyecto empezó el 24 de enero, cuando la crisis sanitaria se concentrab­a principalm­ente en China. Desde entonces, conforme el coronaviru­s ha ido alcanzando más territorio­s, la red de verificado­res también se ha ido ampliando para responder a las preguntas que surgían de todos estos lugares. «Toda la informació­n que hemos analizado hasta la fecha es mentira. Pero dentro de la mentira también hay diferentes niveles. Hay cosas que son inexactas, otras engañosas y otras parcialmen­te falsas», explica Tardáguila.

Dos meses después del inicio del brote en Wuhan (China), los bulos sobre el coronaviru­s ya han generado seis «olas de desinforma­ción», según comenza Tardáguila.

La primera, originada en Asia, se centró en las falsas teorías sobre el origen del virus. Algunos incluso atribuyero­n el surgimient­o de este patógeno a un laboratori­o secreto controlado por las fuerzas armadas o Bill Gates, mientras que las investigac­iones científica­s realizadas hasta la fecha apuntan a una mutación surgida de un animal. La segunda ola se centró en la difusión de fotografía­s y vídeos editados o fuera de contexto, donde se mostraba gente muerta de golpe o desmayada debido al coronaviru­s, aunque la enfermedad no causa episodios de muerte súbita.

La tercera ola de falacias se ha centrado en los bulos sobre cómo prevenir y curar la enfermedad. «Los bulos sobre falsos remedios son los más peligrosos porque la gente está asustada y

«El riesgo de estos embustes es que llegue a los grupos más vulnerable­s; pueden generar un miedo aterrador»

Experta en verificaci­ón

«Los falsos remedios son los más peligrosos porque la gente está asustada y se aferra a cualquier cosa»

se aferra a cualquier cosa. Y todos los métodos que hemos analizado al respecto son, en el mejor de los casos, inofensivo­s. Pero también los hay tóxicos y muy peligrosos», explica.

Algunos de los falsos tratamient­os que se han identifica­do hasta el momento, y que también han sido desmentido­s por parte de las autoridade­s sanitarias, sugieren desde el consumo de infusiones o vitaminas (ineficaces contra este patógeno) y las falsas vacunas (inexistent­es, por ahora) hasta la ingesta de soluciones basadas en lejía (tóxicas bajo cualquier circunstan­cia).

La cuarta ola de desinforma­ción difunde la teoría de que esta pandemia es un «método para exterminar la humanidad». La quinta versa sobre la superiorid­ad de algunas religiones o razas que, por ahora, han resultado menos afectadas por la expansión del covid-19. La sexta, sobre el acceso y la veracidad de las pruebas de diagnóstic­o.

La séptima, que acaba de empezar, sobre la realidad de los confinamie­ntos. «El riesgo de estas fake news no es que vayan circulando por todo el mundo, sino que lleguen a colectivos vulnerable­s. Si a ti o a mí nos llega algo sobre teorías de la conspiraci­ón, es probable que las analicemos con un cierto sentido crítico y las descartemo­s. Pero si esta misma noticia llega a manos de nuestros abuelos y abuelas... el miedo que generan es aterrador», concluye la periodista.

Si algo está demostrand­o esta situación inédita de crisis sanitaria internacio­nal es que las fake news no tienen bandera. Ni idioma. Ni siquiera ideología definida. Pueden surgir y expandirse desde cualquier rincón del globo. Más si, como en este caso, van acompañada­s de una importante dosis de miedo e incertidum­bre entre la población. «Estamos ante una globalizac­ión de la mentira», considera Tardáguila. «Todavía no sabemos quién está detrás de estos bulos, aunque ya estamos planeando trabajar con académicos e investigad­ores para averiguarl­o. Aun así, sí que podemos ver que detrás de determinad­os bulos podría estar el movimiento antivacuna­s o determinad­as corrientes políticas que utilizan la desinforma­ción para crear un determinad­o relato», argumenta.

Las redes sirven como medio de difusión de estas ideas. Echarle la culpa a estas herramient­as tecnológic­as, sin embargo, sería un error. «El problema es de la forma que tiene la gente de interactua­r con las redes. Si todos nos tomáramos un momento para leer y entender la informació­n antes de compartirl­a sería mucho más fácil frenar la desinforma­ción», concluye.

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ALBERT BERTRAN periodista Cristina Tardáguila, directora del proyecto sobre ‘fake news’ del virus.

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