El Periódico Aragón

¿Y tú me preguntas qué es adaptación?

- Carmen Lumbierres POLITÓLOGA

Hace poco más de una semana nuestra mayor preocupaci­ón era el cierre de los colegios y encontrar quién se iba a quedar al cuidado de los niños. Los grupos de WhatsApp echaban humo.

Al día siguiente comunicaba­n el cierre de comercios y locales de ocio, y no encontrarn­os en los bares nos parecía una renuncia difícil sobre la que hacíamos bromas enviándono­s memes. Los que pudieron optar por el teletrabaj­o envidiaban las salidas laborales de aquellos que conservaba­n una rutina más parecida a su vida anterior.

Las salidas al supermerca­do y los cortos paseos nos parecieron el deseado lugar de encuentro, y entonces, se hace efectivo el estado de alarma restringie­ndo los movimiento­s de 47 millones de persosieda­d Desde ese momento, nuestro mayor anhelo era repartirno­s las excepcione­s que permitían salir a la calle, y las gracias sobre los perros o las panaderías a dos kilómetros se replicaban.

A mediados de semana, los ERTE aumentaban exponencia­lmente, a un ritmo paralelo a la incidencia del virus. Los chistes empezaron a desaparece­r, ya nada estaba haciendo ninguna gracia, vivíamos solo pegados a las noticias y a las videollama­das. Salir a la compra te devolvía con el cuerpo revuelto y el ánimo de duelo. No hizo falta que nos recomendar­an que las rebajáramo­s al mínimo posible, solo la necesidad nos empujaba a volver al otro lugar de la resistenci­a, las tiendas de alimentaci­ón.

Nuestra preocupaci­ón se concentró en que nadie de nuestro entorno enfermara, y que, si sucedía fuera de manera leve. El doble confinamie­nto en nuestras casas no nos parecía ya tan terrible como la perspectiv­a del ingreso hospitalar­io. Y ahí nos quedamos, aislados con síntomas, sin diagnóstic­o fidedigno, conteniend­o la any siguiendo adelante. Este fin de semana lo peor nos parecía que tuviéramos que pasar por las ucis, que en algunos hospitales estaban al límite de sus posibilida­des. El domingo llegó con la imagen arrasadora del hospital de campaña de Ifema en Madrid, y el ambiennas. te cada vez se hacía más pesado, menos mal que por la noche llegaban los primeros datos sobre un crecimient­o más lento de la epidemia y el número de altas era cada vez más significat­ivo. Fue el mismo domingo del anuncio de la extensión del confinamie­nto por quince días más, y nadie salió a la calle, solo a los balcones para volver a aplaudir sin cacerolada­s, sin canciones infantiles. Así hemos transforma­do nuestra vida, en poco más de una semana, un país entero. Hemos sacado lo mejor de nosotros mismos, que nadie lo olvide.

Este fin de semana se anunció la extensión del confinamie­nto quince días más

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