‘Re-animator’ fue su filme más popular sin olvidar ‘Fortaleza infernal’
Parecía un hombre afable, incluso de aspecto bonachón, e hizo algunas ingeniosas películas fantásticas y de terror. Su cultura era la del cine de género de toda la vida, de serie B, la deslumbrante producción norteamericana de los años 50 y las influencias notorias y reconocidas de escritores como Edgar Allan Poe y, sobre todo, H. P. Lovecraft. La película más conocida y exitosa de Stuart Gordon, fallecido el martes en su ciudad natal, Chicago, a los 72 años (y sin relación aparente con el coronavirus), es Re-animator.
La película adaptaba a Lovecraft de forma muy libérrima, concretamente el relato Herbert West: reanimador, publicado por entregas entre 1921 y 1922. Gordon, como tantos otros cineastas, entendió que al creador de los mitos de Cthulhu se le podía hincar el diente de formas muy distintas, recrearlo sin traicionarlo. Así que Re-animator, historia centrada en un joven científico obsesionado con la regeneración del cuerpo humano, es tanto un cuento de Lovecraft como un reciclaje de Frankenstein.
Gordon fue realizando películas progresivamente más caras pero, también, menos inventivas, el problema de siempre con muchos directores de serie B que acceden a una producción de mayor envergadura económica.
Dolls (1987) aún tenía el encanto perdido de los filmes baratos de aquellos tiempos y Robot Jox (1990) era una historia de robots postpocalípticos que pasó sin pena ni gloria. El telefilme Daughter of darkness (1990) le sirvió para dirigir a Anthony Perkins. El terror gótico y la ironía gore fueron sustituidos por la ciencia ficción seria en Fortaleza infernal (1992), filme protagonizado por Christopher Lambert en torno a la construcción de la mejor de las prisiones, una cárcel mental, su otra gran película.
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