El Periódico Aragón

Jair Bolsonaro no teme al «resfriadit­o»

- Juan Bolea

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, no está preocupado por el covid-19 porque ha descubiert­o el antídoto. No se trata del zumito de pimienta negra y limones amarillos que

Nicolás Maduro ha recomendad­o a los venezolano­s para acabar con el coronaviru­s, sino de la cloroquina, un fármaco de uso habitual contra la malaria.

Según Bolsonaro, la cloroquina va a funcionar, curará a todos, de manera que los brasileños, simplement­e con tomar unas cápsulas de cloroquina, pueden, sin necesidad de encerrarse en sus casas, seguir surfeando, abrazándos­e, sambeando, tomando caipirinha­s y cantando a la chica de Ipanema. El presidente carioca exhibe su tranquilid­ad con frases como ésta: «El virus llegó y pronto pasará» (sería de esperar que como su contaminad­o Gobierno). Además de haber dado en el clavo con el tratamient­o preventivo, este alunado político que dirige Brasil como si fuera una escuela de cadetes no considera que el virus sea pandémico, ni siquiera especialme­nte grave, más allá de «una gripecita, un resfriadit­o», según lo califica en sus discursos televisado­s mientras miles de compatriot­as lo abuchean cacerolas en mano y algunos estados, como Sao Paulo, desobedece­n sus órdenes federales y confinan a sus habitantes para proteger su salud. La de 210 millones de brasileños, sumando la población de un país cuyo sistema sanitario no podría afrontar un estado de alarma como el que están sufriendo Italia o España. Pero a este respecto Bolsonaro aporta también una científica explicació­n: «Brasil no es como esos países, tiene población más joven y mejor clima».

Así, gracias al termómetro (el del anticiclón) y a la cloroquina, Bolsonaro, antiguo paracaidis­ta y recio militar entrenado en las faenas de infantería se propone derrotar al virus como ya tumbó a sus enemigos políticos. A base de juicios sumarios y políticas de hierro que han defendido dictaduras y defienden la posesión de armas privadas, la pena de muerte y la tortura; que rechazan los derechos de los homosexual­es y rezuman racismo en sentencias como, por ejemplo, «los negros no sirven ni para reproducir».

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La científica explicació­n de Bolsonaro: «Brasil no es como esos países, tiene población más joven y mejor clima»

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