Comienza el derribo del inmueble en ruinas frente a la sala Oasis
Un camión y una retroexcavadora ya han comenzado a trabajar en la parcela Se desconoce si el propietario finalmente levantará un bloque de viviendas
El derribo del edificio de la plaza de la sala Oasis ya ha comenzado. Desde ayer por la mañana las máquinas ya están trabajando para hacer desaparecer el inmueble que yacía en ruinas entre las calles Conde Aranda, Ramón y Cajal y Miguel de Ara. Una retroexcavadora equipada con un martillo hidráulico se está encargando de a faena, mientras que un camión está siendo cargado para transportar los restos de las viviendas.
El inicio del derribo pone fin a una larga historia que comenzó en el año en el año 2007 con la aprobación de un plan especial que, al que se añadió, una década después, en el 2017, una reparcelación en la que se incluía en ensanchamiento de las calles colindantes al edificio además de la formación de una plaza. Hace ahora unos meses, el Ayuntamiento de Zaragoza comenzó los trámites para derrumbar estas ruinas de forma subsidiaria, al no obtener respuesta de la empresa propietaria, Compañía Inmobiliaria y de Inversiones. Pero finalmente esta se decidió a actuar y obtuvo la licencia para ejecutar los trabajos el pasado 2 de marzo, en la última gerencia de Urbanismo.
Ahora es la empresa quien decidirá lo que hacer en la manzana, que tiene una superficie total de 5.262 metros cuadrados. El consistorio dice no tener conocimiento sobre los futuros planes de la constructora, pero antes de reurbanizarla deberá presentar un proyecto y pedir una licencia que los responsables municipales deberán aprobar. Lo más probable es que allí se construya un nuevo edificio con capacidad para albergar 50 o 60 viviendas además de una plaza de unos 400 metros cuadrados, aunque también existe la posibilidad de crear un gran espacio sin construcciones.
Hasta ahora, esta parcela había sido una preocupación para los sucesivos gobiernos de la ciudad por la acumulación de suciedad y basura que había en la misma, además del riesgo de colapso que tenía la infraestructura.
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