Memento homo...
Sí, acuérdate hombre, y por supuesto, mujer, de que venimos del polvo y al polvo nos dirigimos. Nos va bien recordarlo en este tiempo de angustia por lo que pasa y no menos, por lo que nos amenaza, un tiempo que creo debemos aprovechar para poner en su sitio tantas cosas que nos ocurren y tantas otras que nos acechan por poco que nos descuidemos. Sin embargo, también son tiempos aprovechables para quienes, atentos a lo interior, vayamos dando paso a las múltiples enseñanzas que estos tiempos tan calamitosos nos aportan; no las dejemos escapar: la radical igualdad de todos los seres humanos ante lo que nos desborda, la pequeñez e impotencia para defendernos ante un bichito insignificante que no sabe de clases ni fronteras pero que se puede llevar por delante sueños y quimeras y aun nuestra propia vida, en fin, tantas cosas. También la solidaridad con todos nuestros semejantes, el agradecimiento infinito a quienes voluntaria u obligadamente nos recomiendan y cuidan con mimo, a quienes siguen sonriendo esperanzados, a quienes aborrecen la miseria moral de unos pocos que jamás han pensado en nadie que no sean ellos mismos, etc.
Unos saldrán, sin duda, mejores personas; otros, desgraciadamente, no. Peor para ellos.