Al ralentí
Sí, acostumbrados a vivir con el pie en el acelerador, sin tener tiempo para casi nada, ni tan siquiera llamar por teléfono porque es más rápido un whatsapp, de un día para otro nos han parado literalmente. Nuestra vidas han bajado las revoluciones con las que nos movíamos y ahora funcionamos al ralentí. No hay mal que por bien no venga. Tenemos tiempo para pensar cómo nuestros planes se pueden venir abajo de la noche a la mañana y que nadie tiene nada seguro. Estos días, o semanas o meses a ralentí son parte de nuestra historia que tenemos que vivir, no es un paréntesis del que podamos prescindir.
Ahora no vale la excusa de que no tenemos tiempo. Es una pausa forzosa que nos hará valorar las pequeñas cosas de la vida. Ojalá que cuando haya pasado este stop, no volvamos a ir por la vida al límite de velocidad.