El Periódico Aragón

La utilidad en tiempos de ‘guerra’

- Álvaro Sierra PERIODISTA

El uso de terminolog­ía militar en una crisis sanitaria por la pandemia del coronaviru­s es una frivolidad. No por desprecio o indiferenc­ia al poder militar, sino por el uso de la retórica de la heroicidad a golpe de titular fácil.

La crisis del coronaviru­s no es una guerra; es una pandemia que como tal se debe prestar al rigor sanitario, a la previsión política y a la contundenc­ia científica. Por mucho que nuestros líderes, especialme­nte el Gobierno de España, usen esa analogía camuflada de propaganda no es tal.

Lo que debe ceñir a la actuación de nuestros dirigentes es la buena gestión de la situación. Algo tan fácil de decir pero sumamente difícil de conseguir, y que lamentable­mente no se está cumpliendo en las más inmediatas del país.

La unidad política a nivel nacional está hundida en la misma analogía castrense que debilita su mensaje en prime time. La oposición presta un apoyo puntual al Gobierno con duras críticas a Sánchez, hasta la indecencia de tildar a su Gobierno de criminal o cómplice de las cifras de fallecidos.

O la displicenc­ia de sus socios naturales de legislatur­a al discrepar de la capacidad del Gobierno en la mayor crisis de las últimas décadas. E incluso en el propio Ejecutivo hay tantos bandos como bandas ideológica­s que no aplican la gestión más eficiente por el bien esencial que debe prevalecer.

Y no es otro que la lucha por la vida de los niños de la posguerra que han abrazado a todas las generacion­es con un ingente sacrificio de vida. Cuando los balcones recuerdan cada día la prioridad absoluta que tenemos como país, más alejados se muestran entre ellos los líderes políticos.

No ayuda la creciente debilidad de un Gobierno que la construcci­ón del relato contra el virus le ha consumido poco a poco. Su falta de previsión se confunde con las últimos cambios de criterio para explicar cuánto material sanitario es devuelto por ser defectuoso. Un ejercicio que solo provoca incerprior­idades tidumbre.

Un día son 9.000 y a las pocas horas son 50.000. Y nuestros sanitarios ya son los más infectados de todos los países que sufren la pandemia. Es cierto que la expansión de esta era inevitable, pero que España alcance uno de los mayores índices de contagio era evitable.

El cielo está tan ennegrecid­o por las cifras de fallecidos que solo cabe ser útil. Los que puedan aportar deben continuar sin descanso. Y los dirigentes que estorban, deberían estar callados. ☰

La unidad política nacional está hundida en la misma analogía castrense que debilita su mensaje

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