El Periódico Aragón

«En Santander tuve un indio y en el Zaragoza uno que lo hacía»

Dos temporadas y 87 partidos oficiales en el Zaragoza contemplan al central de Potes (Cantabria, 8-1-90), que vivió en La Romareda un descenso y los peores tiempos de la oscura etapa de Agapito Iglesias, con la gestión de Pitarch en Segunda incluida. Camp

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—Sí, llegué con 13 años al infantil A del Racing. Antes jugaba en el equipo de mi pueblo, en el Liébana. Hice un campus en Santander, el de Quique Setién, y ya me dijeron si quería bajar a entrenar con el Racing. Nos llamaron a la vez a mi hermano y a mí y mis padres hicieron el esfuerzo, porque eran tres días a la semana más el de partido para llevarnos y traernos en el coche.

—¿Siempre fue central?

—Qué va. En el Liébana jugaba de delantero y después fui bajando porque me verían mil limitacion­es para estar en el ataque. No creo que fuera el único al que le pasó eso, de críos todos queremos ser delanteros, pero después llega la selección natural.

—Su debut en Primera con el Racing fue con Marcelino, en la temporada 10-11.

—En su segunda etapa en el Racing. Me conocía de categorías inferiores porque siendo yo cadete y juvenil estaba en la residencia del club y muchas mañanas que necesitaba­n gente me llamaba para entrenar. Debuté ante el Mallorca y de titular. Marcelino ha sido muy importante en mi carrera y también para el Racing. Cuando volvió estábamos en crisis y consiguió salvar al equipo. Es un entrenador muy meticuloso con el trabajo. En el campo y en las ideas tácticas es muy bueno. De los mejores que tuve.

—Ese año se salvan, Marcelino se va y al siguiente llega el descenso. ¿Cómo fue su fichaje por el Zaragoza?

—Tuve alguna oferta más, pero aposté por el Zaragoza. En el Racing y allí fui creciendo como jugador, pero también fueron años duros. En Santander me tocó vivir la llegada del mítico indio Ali

—El Zaragoza pagó un millón por el 70% de su pase. ¿Y el otro 30% de quién era?

—No estoy muy seguro aún y sé que hubo polémica, pero yo diría que el Racing no se quedó con nada y que fue parte del pase del propio Agapito. En esos tiempos se hicieron muchos chanchullo­s, cosas muy extrañas que no sé a qué puerto llegaron y cómo acabaron. Lo que sí recuerdo es que fue un alivio cuando terminó esa situación en el verano del 2014.

—Al llegar usted el equipo arranca bien en esa temporada 12-13.

—Sí, recuerdo de ganar en San Mamés antes de Navidad e irnos al parón con muy buenas sensacione­s. El equipo funcionaba bien, pero entramos en un bucle de derrotas, los resultados no llegaban y todo lo que rodeaba al club no era bueno. Así, vino una situación difícil de la que no supimos salir y se produjo ese descenso. Cuando se dan tantas circunstan­cias para que todo salga mal termina por salir peor.

—Para usted era el segundo descenso seguido. ¿Cómo lo vivió?

—Menudo palo. Se me pasaba por la cabeza todo ya, hasta si era gafe. Gracias a Dios después en el Espanyol, en el Villarreal y ahora en Marsella he podido disfrutar.

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