Desiguales ante el virus
UN INFORME DE OXFAM INTERMÓN ALERTA DE QUE EL COVID-19 SÍ ENTIENDE DE CLASES, PUES LAS FAMILIAS CON MENOR RENTA ESTÁN MÁS EXPUESTAS AL CONTAGIO Y A LAS CONSECUENCIAS DE ESTA CRISIS SANITARIA
Seguramente, usted habrá leído o escuchado un millar de veces que la peste negra de 1346, que se estima que acabó con la vida de más de la mitad de los europeos, mató a ricos y pobres por igual. Pero esa afirmación no es más que un mito. Ni las condiciones higiénicas de las viviendas del vulgo eran iguales que las de los palacios de la nobleza, ni los pobres estaban igual de bien de nutridos que los ricos para soportar la enfermedad. Por no mencionar que el pueblo llano carecía de los recursos suficientes para afrontar el parón de la economía que supuso aquella epidemia, por lo que sus consecuencias también le afectaron más.
Siete siglos después, una percepción parecida parece haberse instalado en el imaginario colectivo sobre la crisis del covid19. Más allá de la vulnerabilidad asociada a la edad o a las patologías previas, podría parecer que todo el mundo está igual de expuesto ante el coronavirus, que esta epidemia no entiende de riquezas ni de clases sociales. Pero ya se escuchan voces que advierten de lo contrario.
«Aunque pueda parecer que el virus afecta a todas las personas por igual, su impacto es más fuerte en las familias con menor renta», asegura Lara Contreras, responsable de relaciones institucionales e investigaciones de Oxfam Intermón. «La tasa de hacinamiento, la posibilidad de teletrabajar e incluso las dolencias crónicas influyen en cómo afrontar y superar la enfermedad, y está claro que en este sentido hay diferencias», apostilla.
Como detalla la organización en el documento Aprendamos de nuestros errores, la desigualdad provoca, por un lado, que las personas tengan diferentes niveles de riesgo al contagio. Y, por otro, que una vez se produce la infección, sus probabilidades de supervivencia sean dispares.
Para las familias con menor renta resulta más complicado llevar a cabo las medidas de aislamiento. La tasa de hacinamiento en los hogares del 10% más pobre de la población multiplica por 2,3 la media. Familias enteras viven en habitaciones en pisos compartidos, donde es imposible aislar a una persona enferma.
A este riesgo más alto de contagio hay que añadir el mayor impacto psicológico del aislamiento cuando se vive apiñado en una casa con serios problemas de habitabilidad. Sin olvidar la trampa en la que se ven atrapadas las mujeres expuestas a violencia machista al verse encerradas con su agresor.
El cierre de colegios también tiene impactos desiguales, ya que no todas las familias tienen acceso a medios digitales, por lo que muchos estudiantes no han podido continuar con sus clases. Además, muchas de las familias que no pueden acceder al teletrabajo se ven obligadas a dejar solos a sus hijos durante la jornada laboral.
Igualmente, la posibilidad de teletrabajar es inversamente proporcional a los ingresos familiares. El sector servicios, más precario, suele requerir de la presencia de sus trabajadores, que dependen en mayor medida del transporte público, donde resultan más vulnerables al contagio.
Además, las probabilidades de que la enfermedad llegue a ser grave es más alta para los trabajadores sin cualificación porque, entre ellos, la prevalencia de bronquitis crónica, enfisema y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es 2,5 veces superior que en personas de la clase ocupacional más alta.
El impacto sobre el empleo del parón económico será enorme. Pero será peor para las familias más vulnerables, pues muchas pymes no podrán sobrevivir a la bajada en el consumo si la liquidez prometida no es suficiente, y habrá empresas que se escuden en previsión de la bajada de ingresos para hacer despidos.
Además, las necesidades extraordinarias de conciliación para cuidar a enfermos, menores y ancianos pueden provocar una disminución del número de horas trabajadas y de la productividad, alentando tanto más despidos como un empeoramiento de condiciones laborales y salariales. En muchos casos, estas medidas resultarán inevitables o transitorias, pero también se van a dar situaciones de abuso y de vulneración de derechos.
Por todo ello, desde Oxfam Intermón le piden al Gobierno que se adelante a los acontecimientos para evitar que la crisis del coronavirus vuelva a incrementar la desigualdad y a dejar atrás a los más vulnerables, como ya ocurrió en tras el colapso financiero de la década pasada. Las medidas económicas que posteriormente se aplicaron en España se saldaron con un
El cierre de los colegios también tiene impactos distintos
aumento de la diferencia entre los más ricos y los más pobres de un 36%, según Eurostat.
Aunque la causa de la crisis actual tiene un origen totalmente diferente, «no podemos repetir los errores del 2008», señala Lara Contreras. «Pensamos que las medidas del Gobierno son positivas, pero hay que asegurar que no salimos de la crisis generando mayores desigualdades, con precarización laboral y dejando atrás a las personas más vulnerables. Esto tiene que ser un esfuerzo repartido entre todas y todos».
Para Oxfam Intermón, las medidas que se tomen deben de estar encaminadas a proteger empleos, asegurar coberturas sociales para los colectivos más vulnerables y garantizar el sostenimiento de la vida humana. «Es lo que llamamos economía de cuidados», explica Contreras, «que no es otra cosa que poner en el centro de las decisiones económicas a las personas más vulnerables».