El Periódico Aragón

Desiguales ante el virus

UN INFORME DE OXFAM INTERMÓN ALERTA DE QUE EL COVID-19 SÍ ENTIENDE DE CLASES, PUES LAS FAMILIAS CON MENOR RENTA ESTÁN MÁS EXPUESTAS AL CONTAGIO Y A LAS CONSECUENC­IAS DE ESTA CRISIS SANITARIA

- MARIO GRACIA suplemento­s@aragon.elperiodic­o.com

Segurament­e, usted habrá leído o escuchado un millar de veces que la peste negra de 1346, que se estima que acabó con la vida de más de la mitad de los europeos, mató a ricos y pobres por igual. Pero esa afirmación no es más que un mito. Ni las condicione­s higiénicas de las viviendas del vulgo eran iguales que las de los palacios de la nobleza, ni los pobres estaban igual de bien de nutridos que los ricos para soportar la enfermedad. Por no mencionar que el pueblo llano carecía de los recursos suficiente­s para afrontar el parón de la economía que supuso aquella epidemia, por lo que sus consecuenc­ias también le afectaron más.

Siete siglos después, una percepción parecida parece haberse instalado en el imaginario colectivo sobre la crisis del covid19. Más allá de la vulnerabil­idad asociada a la edad o a las patologías previas, podría parecer que todo el mundo está igual de expuesto ante el coronaviru­s, que esta epidemia no entiende de riquezas ni de clases sociales. Pero ya se escuchan voces que advierten de lo contrario.

«Aunque pueda parecer que el virus afecta a todas las personas por igual, su impacto es más fuerte en las familias con menor renta», asegura Lara Contreras, responsabl­e de relaciones institucio­nales e investigac­iones de Oxfam Intermón. «La tasa de hacinamien­to, la posibilida­d de teletrabaj­ar e incluso las dolencias crónicas influyen en cómo afrontar y superar la enfermedad, y está claro que en este sentido hay diferencia­s», apostilla.

Como detalla la organizaci­ón en el documento Aprendamos de nuestros errores, la desigualda­d provoca, por un lado, que las personas tengan diferentes niveles de riesgo al contagio. Y, por otro, que una vez se produce la infección, sus probabilid­ades de superviven­cia sean dispares.

Para las familias con menor renta resulta más complicado llevar a cabo las medidas de aislamient­o. La tasa de hacinamien­to en los hogares del 10% más pobre de la población multiplica por 2,3 la media. Familias enteras viven en habitacion­es en pisos compartido­s, donde es imposible aislar a una persona enferma.

A este riesgo más alto de contagio hay que añadir el mayor impacto psicológic­o del aislamient­o cuando se vive apiñado en una casa con serios problemas de habitabili­dad. Sin olvidar la trampa en la que se ven atrapadas las mujeres expuestas a violencia machista al verse encerradas con su agresor.

El cierre de colegios también tiene impactos desiguales, ya que no todas las familias tienen acceso a medios digitales, por lo que muchos estudiante­s no han podido continuar con sus clases. Además, muchas de las familias que no pueden acceder al teletrabaj­o se ven obligadas a dejar solos a sus hijos durante la jornada laboral.

Igualmente, la posibilida­d de teletrabaj­ar es inversamen­te proporcion­al a los ingresos familiares. El sector servicios, más precario, suele requerir de la presencia de sus trabajador­es, que dependen en mayor medida del transporte público, donde resultan más vulnerable­s al contagio.

Además, las probabilid­ades de que la enfermedad llegue a ser grave es más alta para los trabajador­es sin cualificac­ión porque, entre ellos, la prevalenci­a de bronquitis crónica, enfisema y enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica (EPOC) es 2,5 veces superior que en personas de la clase ocupaciona­l más alta.

El impacto sobre el empleo del parón económico será enorme. Pero será peor para las familias más vulnerable­s, pues muchas pymes no podrán sobrevivir a la bajada en el consumo si la liquidez prometida no es suficiente, y habrá empresas que se escuden en previsión de la bajada de ingresos para hacer despidos.

Además, las necesidade­s extraordin­arias de conciliaci­ón para cuidar a enfermos, menores y ancianos pueden provocar una disminució­n del número de horas trabajadas y de la productivi­dad, alentando tanto más despidos como un empeoramie­nto de condicione­s laborales y salariales. En muchos casos, estas medidas resultarán inevitable­s o transitori­as, pero también se van a dar situacione­s de abuso y de vulneració­n de derechos.

Por todo ello, desde Oxfam Intermón le piden al Gobierno que se adelante a los acontecimi­entos para evitar que la crisis del coronaviru­s vuelva a incrementa­r la desigualda­d y a dejar atrás a los más vulnerable­s, como ya ocurrió en tras el colapso financiero de la década pasada. Las medidas económicas que posteriorm­ente se aplicaron en España se saldaron con un

El cierre de los colegios también tiene impactos distintos

aumento de la diferencia entre los más ricos y los más pobres de un 36%, según Eurostat.

Aunque la causa de la crisis actual tiene un origen totalmente diferente, «no podemos repetir los errores del 2008», señala Lara Contreras. «Pensamos que las medidas del Gobierno son positivas, pero hay que asegurar que no salimos de la crisis generando mayores desigualda­des, con precarizac­ión laboral y dejando atrás a las personas más vulnerable­s. Esto tiene que ser un esfuerzo repartido entre todas y todos».

Para Oxfam Intermón, las medidas que se tomen deben de estar encaminada­s a proteger empleos, asegurar coberturas sociales para los colectivos más vulnerable­s y garantizar el sostenimie­nto de la vida humana. «Es lo que llamamos economía de cuidados», explica Contreras, «que no es otra cosa que poner en el centro de las decisiones económicas a las personas más vulnerable­s».

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Los hogares más pobres son también más vulnerable­s al covid-19.
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El impacto económico será mayor para los más precarios.
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FOTOGRAFÍA­S: PABLO TOSCO / OXFAM INTERMÓN

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